Barricadas en llamas impiden el paso a las principales refinerías de Francia. En la octava jornada de protestas contra la reforma laboral, los piquetes en fábricas y puertos marítimos se mantienen inflexibles en su objetivo. De momento, con el 20% de las gasolineras francesas sin suministro, los sindicatos han forzado al gobierno a utilizar las reservas estratégicas, desatando la psicosis entre los conductores.
Largas colas para repostar en Francia, la escena más repetidas estos días: "Ayer no conseguí combustible en tres gasolineras. Esta mañana tampoco había en otra", cuenta un damnificado por la falta de suministros. Las gasolineras, por su parte, ven a los ciudadanos "irritados y tensos" por tener que esperar una hora para repostar 30 euros.
Pero la gasolina no es la única preocupación de los franceses, pues ahora temen quedarse sin electricidad. Diez de las 19 centrales nucleares se han adherido a la huelga poniendo contra las cuerdas al Gobierno. Concretamente, al primer ministro Valls. Sin embargo, él permanece enrocado. "Está fuera de cuestión cambiar la ley, aunque siempre puede haber ciertas modificaciones", asegura Valls.
Aeropuertos y estaciones de tren también se han sumado a los parones. Los trabajadores han tomado las calles de Francia, firmes contra la reforma. Según medios locales, un manifestante ha muerto en un accidente durante una marcha en la ciudad de Cherbourg. La tensión va en aumento mientras el presidente Hollande observa las protestas desde la reunión del G7 en Japón. Él insiste: su gobierno no va a derogar la nueva ley del trabajo.