Londres ha sido lugar de encuentro entre el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y su homólogo estadounidense, Donald Trump, con motivo de la cumbre de la OTAN por su 70 aniversario. Un cara a cara en el que la tensión la tensión entre ambos estuvo muy presente, entre sonrisas de hielo y pullas tan gélidas como envenenadas entre dos pilares de la Alianza.
La razón principal: el dinero. Trump, que ha vuelto a criticar las desiguales aportaciones de los países miembros, ha llegado a Londres con las espadas en alto contra Francia, habiendo amenazado con duros aranceles -en algunos casos de hasta el 100%- a ciertos productos galos en represalia por la tasa de Macron a las grandes tecnológicas. "No voy a permitir que nadie se aproveche de las empresas estadounidenses", ha aseverado.
El mandatario norteamericano también se ha mostrado molesto por que el presidente francés haya dicho que la Alianza está "en muerte cerebral", a pesar de que él mismo la declaró "obsoleta" en su día, y ha calificado de "irrespetuosa" la afirmación de Macron.
Palabras con las que Macron, según él mismo ha aclarado, pretendía generar debate. "La OTAN no solamente es dinero, es una cuestión de estrategia", ha defendido el presidente de la República francesa. De acuerdo con los expertos, Macron cuestionaba más el liderazgo estadounidense que a la propia organización. Se refería, según explica Félix Arteaga, investigador del Real Instituto Elcano a que esta se dedique a "hablar de presupuesto, de pequeñas cosas, sin tener una gran visión de hacia dónde hay que ir".
Menos de un año ha durado el 'bromance' -como lo calificó la prensa internacional- entre París y Washington y preocupa la división en una organización crucial tras la Segunda Guerra Mundial, "la única gran organización militar" que pervive -indica Arteaga- y que seguirá siendo "un elemento fundamental" mientras esas operaciones militares sigan siendo necesarias. En torno a ella siguen pivotando, mal que bien, las relaciones Estados Unidos- Europa.