Aunque menos bullicioso que de costumbre, el ajetreo de La Habana sigue vivo en las calles tras la muerte de Fidel Castro. Poca gente en la Plaza de la Revolución, donde los turistas y sus cámaras de fotos tratan de llevarse de la isla un pedazo del espíritu revolucionario.
Una turista francesa explica a 'CCTV' que están "muy apenados por su muerte" y que quieren ir a la Plaza de la Revolución "para verla y ofrecer el respeto al pueblo cubano".
El malecón habanero, otro de los testigos de la historia de la revolución, está también menos atestado de gente. Un hombre explica que considera a Fidel Castro "muy valioso" y que su muerte supone "una pérdida irreparable".
Aunque entre los cubanos, no todos tienen palabras a favor de Castro. "Es el mayor dictador del mundo", asegura otro hombre.
En la popular 'Bodeguita del Medio', el luto oficial ha desplazado a la música en vivo del local, prohibida los nueve días de luto oficial. "Se ayudan unos a otros y se mantienen unidos en los momentos duros, así que espero que los ejemplos y las ideas de Fidel Castro sigan manteniéndose en el pueblo cubano", sostiene turista inglés.
"El pueblo cubano vencerá", se puede leer en las enseñas que muchos muestran en sus casas. Las ideas, dicen algunos, permanecerán. Además, en San Lázaro, la principal iglesia de La Habana, como en el resto de parroquias del país, los cubanos encienden velas en memoria del que fue su comandante.
"Fidel Castro fue una figura mundial que revolucionó en su día la historia", sostiene un ciudadano. La historia de una Cuba que estos días escribe una nueva página al tiempo que recupera poco a poco el son particular de la isla.