Con un bidón y agua calentada. Es la única manera que tienen de poder ducharse los migrantes atrapados en Belgrado. Es la imagen de la dureza, de lo grave de la situación que están viviendo. A un joven le ayudan sus amigos con el agua calentada mientras él solo es capaz de tiritar de frío.
Poco después toca hacer cola para la comida caliente del día, para algunos la única. Llega una caravana con voluntarios y ONGs: toca legumbres con patatas y algo de pan.
Les espera una noche más fría aún y en las naves donde se refugian poco tienen para hacerle frente. Jalid, un joven afgano de 16 años hace de guía a laSexta Noticias.
Entre todos los refugiados y migrantes encontramos al tímido Baset. Un niño de 11 años, hecho adulto a la fuerza. Lleva seis meses aquí, huyó de la destrucción de Afganistán.
"La situación no era buena allí, no podía estudiar, mi escuela está destruida por los talibanes, decidí salvar mi vida", cuenta al redactor. Nos enseña dónde duerme o por lo menos dónde lo intenta. Sólo es capaz de hacerlo cinco horas cada noche. De su viaje hasta aquí aún guarda lo más duro.
"He intentando cruzar la frontera serbia con Bulgaria ocho veces. He tenido que hacer frente a muchas dificultades, las más complicadas: los robos y cuando te sigue la Policía con perros". Agrios recuerdos impropios de cualquier niño, a lo que se suma el duro presente.
Los migrantes denuncian las duras condiciones bajo las que viven en Belgrado. "No podemos comer, no podemos ducharnos... esto no es vida, vivimos como animales".
Asi se sienten, atrapados en una realidad que no eligieron. Capaz de hacernos viajar a los peores episodios del pasado.