Wilmington, Ohio, es el símbolo de la América venida a menos. De esos Estados Unidos rurales y desindustrializados con la Gran Recesión que se declaran "olvidados por Obama", y en los que Trump encontró su caladero de votos.
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"Incluyendo a muchos compañeros (sindicalistas) que nunca habían votado a los republicanos", precisa un vecino del pueblo estadounidense. Las palabras de Trump resonaron en un pueblo mayoritariamente blanco, sumido en el paro, con bajo nivel educativo y un serio problema de drogadicción, en el que muchos tienen que recurrir a los comedores sociales.
"Conectó con nosotros, diciendo que era hora de defender al hombre de a pie", considera otro residente de Wilmington. Para ellos, que acudieron en masa a sus mítines, las consignas del presidente Trump son algo más que un eslogan: un salvavidas. Cientos de pueblos como éste, ante un futuro incierto, anhelan ese "país grande de nuevo" que Trump les prometió.
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