Detector de metales en mano, el servicio de emergencias ucraniano peina una zona boscosa del norte de la provincia de Járkiv. Es un lugar que Rusia invadió al inicio de la guerra y que se encargó de minar palmo a palmo. Cuando Kyiv lo recuperó en la gran contraofensiva del pasado mes de septiembre, caminar por esas tierra se convirtió en un peligro mortal.
Los artificieros encuentran lo que era un misil y lo cargan en el hombro. En el campo hay explosivos de todos los tipos. Algunos pueden explotar al mínimo contacto. Mykola, uno de los miembros del equipo, narra: "Han muerto muchos desminadores, entre ellos conocidos míos. Es complicado".
El enviado especial de laSexta, Alberto Sicilia, es testigo de cómo Mykola y sus compañeros no paran de retirar bombas. Se estima que más 300.000 kilómetros cuadrados de Ucrania están minados. Es cuestión de vida o muerte atender a las señales que dejan los desminadores. Mykola asegura que "es importante que los civiles entiendan las señales de prohibido el paso por mina".
A veces es imposible evitar tragedias como la de Alexander. Caminaba junto a una mujer cuando se encontraron con una mina que le rebanó el pie "Ella pasó y yo no lo hice. Yo pisé la mina. Había hojas y prado y no vi nada".
Los desminadores ya han retirado más de 320.000 objetos explosivos, pero queda una larga tarea por delante. El ministerio de Economía de Kyiv cree que se necesitarán 70 años para desminar el país de las bombas rusas. Una labor que costará 4.000 millones de euros según las previsiones del gobierno ucraniano. 25 países, entre los que se encuentran Alemania, Canadá o Italia, aportan fondos para llevar a cabo la importante misión de hacer seguro el suelo de Ucrania.