Lo único que quieren los supervivientes del atentado en Túnez es irse cuanto antes de allí. La zona turística de Susa ha amanecido casi desierta, la playa acordonada y con el único trásiego ha sido el de maletas. De los 620 huéspedes del hotel atacado quedan un centenar. Los que vivieron el horror del tiroteo pasaron horas escondidos en la recepción, en armarios y en sus habitaciones.