Yusra Mardini tiene 18 años y es nadadora olímpica. Hace unos meses tuvo que abandonar su país natal, Siria, y lo hizo, como muchos de sus compatriotas, en barco. Con el motor de la embarcación averiado tuvo que guiar a nado a los demás viajeros desde Turquía hasta la isla griega de Lesbos. "Fue duro pensar que eres una nadadora y que vas a morir ahogada en el agua, el elemento que mejor conoces", asegura Yusra.
Pasó por hasta cinco países hasta llegar a Alemania, ahora puede seguir su entrenamiento en Berlín. Como ella, la vida de otros nueve deportistas cambió cuando tuvieron que dejar su país natal debido a los conflictos armados. Ahora, el destino les da una nueva oportunidad, la de participar en los Juegos Olímpicos de Río como una única formación. "Este equipo olímpico de refugiados se compondrá de diez atletas", explica Thomas Bach, Presidente del Comité Olímpico Internacional.
James abandonó Sudán del Sur para evitar convertirse en un niño soldado y Rose Nathika ni siquiera se había planteado competir hasta hace algunos meses, ahora esperan ser una inspiración para otros en su situación. "Te subestiman como si no fueras una persona como las demás, pero gracias a nuestro talento podremos promover la paz", señala Rose. Ninguno podrá defender la bandera de su país natal, competirán bajo la bandera olímpica. Aunque su participación en estos juegos es ya una gran victoria.