El agujero patrimonial que Mario Conde dejó en Banesto, el banco que presidió seis años, fue de 2.700 millones de euros. En 1994, el hasta entonces empresario modelo, vio cómo su meteórica carrera acababa con un ingreso en prisión después de que la justicia le atribuyera estafa y apropiación indebida. Fue la primera vez de las tres que ingresó en la cárcel.

El Supremo condenó al exbanquero y a su hombre de confianza, Arturo Romaní, a devolver los 23 millones de euros sustraídos a Banesto, pero Romaní devolvió seis y Conde sólo 1,5. Aún quedan por recuperar 15,5 millones de euros, una cifra muy parecida a lo que la UCO estima que Conde ha repatriado a España.

Sin embargo, no es lo único que debe Conde, ya que su nombre apareció en la lista de morosos de Montoro, que cifraba su deuda con el fisco en 9,9 millones de euros.

Nada que ver su imagen actual con la que tenía en los 80, cuando se convirtió en el presidente más joven de un banco español. Tal era su prestigio que la universidad Complutense le nombró doctor honoris causa en 1993.

Pero en ese momento, el Banco de España ya tenía sospechas sobre Banesto y cuando JP Morgan se echó atrás en la ampliación de capital que había pactado con Conde, el organismo intervino. Fue el principio del fin de Mario Conde.