Alberto Garzón sigue intentando apagar una de las mechas que lleva meses provocando una crisis de identidad en Izquierda Unida. Tras la decisión del partido de no expulsar a los portavoces Gregorio Gordo y Ángel Pérez, que estaban al mando de la formación madrileña durante el escándalo de las tarjetas black, Garzón insiste en que se tienen que marchar.
Sin embargo, la presidencia Federal les ha dado una nueva oportunidad y se limita a expedientarles. Una solución que Tania Sánchez y Garzón consideran insuficiente.
Llevan meses exigiendo su expulsión. Pero la batalla se lidia en los dos frentes y Gordo también ha disparado contra Sánchez tras las últimas polémicas que la han señalado. "Si lo que sale en los medios en verdad es impresentable", explica Gregorio Gordo.
Para Gordo, los que piden su dimisión y la de Pérez lo hacen con una estrategia clara. Mientras ellos se oponen a alianzas con Podemos, Sánchez y Garzón apuestan por un acercamiento. Apeados como tercera fuerza política, creen que es la única manera de evitar que IU acabe desangrándose.