Se encienden todas las alarmas por la almeja japónica, que llega de Portugal. En Lisboa las han introducido en el río Tajo como experimento medioambiental: depuran el mercurio o el plomo de las industrias.
Pero no han pensado en los pescadores furtivos, que las están capturando y vendiendo sin ningún control sanitario. No es inocuo: las japónicas son tóxicas. Y ya están llegando a nuestro país.
A los pescadores gallegos no les sorprende. Es una vieja conocida. "Me consta, claro. Pero es algo habitual y sólo cesa un poco cuando se toman medidas", afirma José Luis Villanueva, patrón mayor de la Cofradía de pescadores de Carril (Pontevedra).
Qué almeja sí y qué almeja no
En Carril ya saben que la vigilancia es fundamental. "No puedes coger almeja en la playa y comértela, porque es un peligro", advierte una pescadera local.
Los mariscadores dividen el mar en polígonos y algunos no pueden mariscar. Son las zonas que en determinadas épocas del año tienen altos índices de toxicidad. Sólo trabajan en polígonos de aguas limpias, y ni así las venden directamente.
Cómo depurar una almeja
Del mar la almeja llega directamente a la lonja, donde no puede haber particulares. Sólo los profesionales acreditados, clasifican y pesan la almeja, y desde aquí se va a la depuradora.
En las depuradoras, en un circuito cerrado, las almejas beben agua del mar limpia durante al menos 24 horas. Se limpian e incluso expulsan la arena que llevan en el estómago.
"Puedes coger una descomposición, una gastroenteritis que te tenga el hospital bastante tiempo", advierten. Son profesionales del marisqueo. Los únicos que nos garantizan la mejor almeja en nuestro plato.