La Sanidad no es su fuerte, pero al nuevo ministro nada le quita la sonrisa. Ha sido el más buscado. A cada paso, una enhorabuena. Lleva traje de ministro, pero Alfonso Alonso no huye de las cámaras, ni de periodistas que ponen en aprietos, ni de micrófonos.
Dice que le ha pillado desprevenido. Sin embargo, en el PP no ha sorprendido tanto, porque el puzzle encaja. Este miércoles, Rajoy pedía a los suyos que dieran la cara, que hablaran y se comunicaran. Y el recién llegado lo va a poner en práctica: "Voy a comunicarme con los ciudadanos, a escuchar y a tratar de hacer una agenda social.
Esta vez, nada de cambios tecnicos como con Catalá o Tejerina. El que entra al Consejo de Ministros es buen comunicador, y lo saben hasta sus rivales. Aunque, para empezar a entenderse, le exigen que entierre la gestión de Ana Mato.
Dejará su escaño para sentarse en la bancada azul, y hay quien le echará de menos. Alonso ha sido en el Congreso el apagafuegos del Gobierno, enfrentándose incluso a temas espinosos. Pero la vena de luchador le viene de lejos. Siendo alcalde de Vitoria le plantó cara a los ediles de Batasuna.
Ahora el escenario es otro. Las elecciones están la vuelta de la esquina, aunque todavía hay tiempo para demostrar que el cargo de ministro no le hace morderse la lengua.