20 de abril de 2015: el caso Imelsa está a punto de estallar. Todas las miradas se centran ya en el omnipotente Alfonso Rus. Consciente de ello, el todavía candidato a la alcaldía de Xátiva decide traspasar a su hija su espectacular Ferrari F360 Modena. Sólo once días después, el 1 de mayo, saltó la grabación que supuso el principio de su fin.
Sorprendentemente, el coche de lujo era lo último que le quedaba. Alfonso Rus, el hombre que presumía de patrimonio, no tenía nada a su nombre. Es lo que encontró la Guardia Civil al inventariar las posesiones de los principales investigados en Imelsa. Pero no es el único que se desprendió a tiempo de sus bienes.
Máximo Caturla, también señalado por las presuntas mordidas, vendió a principios de junio una finca de 1.300 metros cuadrados y una nave, según consta en el sumario, "con el objetivo de eludir multas en un hipotético procedimiento judicial contra él".
Él sí tenía numerosas propiedades y empresas familiares. Una de ellas es 'Kikí', especialista en tomate frito, a través de la cual, supuestamente, habría cobrado una mordida de 94.000 euros tras la adjudicación de un millonario contrato en lo que la Guardia Civil definió como "una relación comercial" ilógica. Viviendas, vehículos y plazas de garaje que en más de una ocasión estaban a nombre de sus familiares.