En el Valle de Urdaibai, declarado Reserva de la Biosfera por Naciones Unidas, se encuentra la villa deGernika, una ciudad en la que tiempo atrás, bajo el roble sagrado que la protagoniza, se nombraba a los futuros Señores de Bizkaia y que se convirtió en un símbolo de su soberanía. Su árbol, así como la Casa de Juntas, el máximo órgano institucional de Bizkaia, se mantuvieron intactos después del ataque a la ciudad en 1937, uno de los pocos lugares que no se destruyeron en ese día. Hoy, aunque el árbol no sea el mismo que hace cientos de años, su mera existencia tiene mucho más peso para los ciudadanos de la localidad; ahora es un símbolo por la defensa de las libertades de los vascos.
30 toneladas de bombas y más del 80% de los edificios destruidos: este fue el resultado del ataque aéreo de aquel 26 de abril. A lo mejor los datos no sorprenden, se sienten ajenos. Calles, establecimientos comerciales, parques, jardines, viviendas todos ellos reducidos a escombros; una ciudad, que por aquel entonces contaba con más de 5.500 habitantes, destrozada. En aquel momento, el Ejército alemán calificó al ataque sobre Gernika como un "ensayo"; un acto que se repetiría sistemáticamente durante la II Guerra Mundial.
El presunto "entrenamiento" le costó la vida a más de 250 personas y numerosos heridos, hasta 889, según National Geographic, aunque no se saben con seguridad las cifras exactas, puesto que la mayoría de estas informaciones provienen de testimonios y se perdieron los datos censales, según datos del Centro de Investigación por la Paz Gernika Gogoratuz.
Cómo destruyeron Gernika
España estaba inmersa en la Guerra Civil. Desde el comienzo de la sublevación militar de Francisco Franco en julio 1936, otras localidades y provincias también habían sido atacadas por aire, entre ellas Otxandio, Gijón o Madrid. Al no ser tomada la capital, la guerra se llevó al norte, una zona muy importante gracias a su actividad industrial. Durango, a 30 minutos en coche de Gernika, fue la primera ciudad vasca que cayó ante el terror aéreo de los alemanes e italianos, dejando a su paso víctimas civiles. La próxima sería Gernika.
El 26 de abril tuvo lugar el ataque aéreo de la Legión Cóndor que bombardeó la ciudad vizcaína de Gernika. La estrategia que emplearon los alemanes fue un ataque combinado: por un lado hicieron uso de bombas incendiarias y por otro ametrallaron a la población civil. Según los testimonios de los supervivientes la memoria de la destrucción no fue lo primero que recuerdan, sino el fuego que no cesaba en la villa. "Dio vueltas e hizo nueve descargas (el avión), que fue lo que conté. Se marchó y luego vino una escuadra siguiendo, uno, otro, otro, otro. Todo era bomba, bomba, bomba y fuego, fuego y fuego", dijo un testigo, en declaraciones recogidas por el centro Gernika Gogoratuz.
"En cada oleada actuaban entre bombarderos y cazas alrededor de 15 a 20 aviones. Eran suficientes. Su táctica consistió en arrojar primero bombas rompedoras ordinarias, luego racimos de pequeñas bombas incendiarias y simultáneamente, ametrallar al personal al descubierto, no solo el que se encontraba en la ciudad sino también en sus alrededores e incluso en las iglesias comarcales", así lo explicó el escritor y periodista Herbert Southworth sobre las palabras de Martínez Blande cuando le preguntaron cómo había sido destruida la ciudad vizcaína de Gernika.
Así fue la táctica de los pilotos contada por los supervivientes
Por la mañana aparecieron aviones. Al principio eran de reconocimiento y "no hicieron ningún ataque", narra la Memoria colectiva delbombardeo de Gernika. Después de dar un par de vueltas sobre la villa, se fueron y la hora de comer llegó uno muy grande que tras dar algunas vueltas arrojó varias bombas. A esta aeronave le siguieron otras de tres en tres y en formación triangular que empezaron a bombardear la ciudad de forma ininterrumpida.
Los aviones tiraron bombas rompedoras e incendiarias; y los cazas alemanes ametrallaron a los civiles mientras huían. Los aviones volaban bajo. Según los entrevistados en la memoria no se esperaban ningún tipo de defensa antiaérea. Muchos dijeron ver los rostros de los pilotos afirmando observar claramente las esvásticas de sus trajes y cascos. "No paró en toda la tarde, primero echaron unas cuantas bombas para mover las cosas, luego las incendiarias. Aquello fue una exhibición de bombas incendiarias" concluyó un testigo en la memoria. Así fue cómo destruyeron la ciudad de Gernika, dejándola calcinada y derruida.
Otras ciudades como Málaga, Almería o Durango también fueron atacadas, pero la masacre de Gernika saltó a la prensa internacional como una de las mayores crueldades que se habían hecho en contra de la población civil. Desde entonces, esta ciudad se ha convertido en un emblema del antibelicismo y tras 86 años de este acontecimiento se sigue haciendo homenaje a las víctimas. Fue tal la importancia de este acontecimiento que además del ataque pasó a la historia la representación del mismo que hizo Pablo Picasso en su propio 'Guernica', un mural de casi ocho metros de largo y más de tres de ancho que el artista creó para la Exposición Internacional de París en 1937, un año después de la matanza, y que es uno de los símbolos más reconocibles del arte durante el conflicto.