Hace tan sólo 24 horas del terremoto que arrasó el Congreso de los Diputados con la votación de la reforma laboral, y la marejada ha dejado el verdadero cadáver sobre la mesa: la influencia de UPN, la Unión del Pueblo Navarro, el partido mayoritario de la derecha en la Comunidad Foral. En juego, ahora mismo y dependiendo de la resolución del conflicto interno, están, nada más y nada menos, sus dos escaños nacionales.
El voto “en conciencia” de los diputados Sergio Sayas y Carlos García Adanero, en contra de la dirección del partido, que les había indicado desde Pamplona que debían convalidar el texto presentado por la vicepresidencia segunda del Gobierno, ha revelado la lucha interna que se lleva viviendo en el seno de la organización desde 2020.
El presidente del partido, José Javier Esparza, y el diputado Sayas se enfrentaron en las primarias para encabezar la formación. Su mala relación era por todos conocida; en cambio, Adanero formaba parte del núcleo de Esparza.
¿Sin diputados por primera vez?
Ambos fueron designados diputados en las elecciones de noviembre de 2019 por la coalición Navarra Suma junto a PP y Ciudadanos, en la que UPN se aseguró los dos puestos de salida de la lista.
Por eso, ahora, si Sayas y García Adanero renuncian a su acta, la lista correrá y sus escaños serán para PP y Cs, respectivamente. Si son expulsados del partido, no responderán a ninguna directriz. Por vez primera en democracia, la formación regionalista puede quedarse sin representación en el Congreso de los Diputados desde 1979.
Las consecuencias no son territoriales, y van más allá de una disputa interna y una posible sanción. Tal y como ha explicado Esparza este viernes en ARV, su idea es imponerles una reprimenda ejemplarizante, siempre que los estatutos de su partido lo permitan.
Unas primarias que no cerraron nada
"No representan a UPN y no pueden seguir en UPN", ha indicado Esparza. “Se han saltado la disciplina de voto, pero es que además nos han engañado a todos, nos han metido a todos, nos han mentido a toda la dirección del partido, y han metido al conjunto de la sociedad navarra y española".
Esa disconformidad con Sayas viene de lejos. Ambos se erigieron como líderes de las dos corrientes internas de UPN, y, tras las primarias -ganadas por Esparza, pero con buenos números para Sayas-, las heridas y diferencias no se cosieron. En junio de 2020, Sayas -cuyo recorrido político es bien largo, tras haber sido parlamentario autonómico, concejal en un ayuntamiento e incluso presidir las Juventudes Navarras- dio el paso para disputarle el poder, porque “UPN no puede instalarse en la resignación”.
Y de aquellos polvos, estos lodos. García Adanero y Sayas se encontraban en distintos bandos de UPN, pero sí tenían total sintonía en su crítica, frontal, directa, muy honda, con el Gobierno de Sánchez. Si hay algo que les unía ideológicamente contra el presidente socialista eran los pactos con Bildu.
Normalmente, en cuestiones internas y de posicionamiento del partido, los dos diputados no iban al alimón. Hasta esta semana.
Sayas no renunciará al acta
Sergio Sayas, en conversación con laSexta.com, ha defendido que su voto “puede ser opinable, compartido o no” pero “no voy a renunciar a mi escaño, no he incumplido”. “Sí, mantendré el acta”, ha confirmado.
Cuestionado acerca de la reunión de urgencia de este viernes de la Ejecutiva de UPN y el Consejo Político mañana -al que está convocado- para tratar de zanjar la crisis, Sayas ha recordado que “el señor Esparza es el presidente de UPN, pero no es el partido. No hemos hecho nada que no vaya de acuerdo con lo acordado en el Consejo Político de UPN. Imagino que nosotros tenemos derecho a defendernos”.
El puente reventado con los socialistas navarros
La última arista de la votación de la reforma laboral reside en la relación entre el PSOE, el PSN -su sucursal navarra- y UPN. Históricamente, el entendimiento ha sido mutuo, y han llegado a gobernar juntos.
Aunque en la mente de los navarros aún resuena el conocido como agostazo: cuando el PSOE de Pepe Blanco y José Luis Rodríguez Zapatero impidieron en 2007 la formación de un Gobierno entre NaBai, PSN e IU y utilizaron los votos de los socialistas navarros para mantener a Miguel Sanz, candidato de UPN, como presidente. Aquello fue difícil de superar para el PSN.
Quizás por ello el pacto de la reforma laboral era tan significativo a nivel político, más allá de lo decisivo de los votos: tras una distancia casi abisal entre ambos, volvían PSOE y UPN a entenderse, aunque fuera en un momento puntual. Y se la han jugado a ambas partes.
Todo ha salido al revés. Los regionalistas no tardaron en mostrar sus disculpas al PSN: "Lo que ha sucedido hoy no representa a UPN, un partido de palabra y que cumple sus acuerdos". Aunque, visto lo visto, todo puede pasar y todo está en juego. Incluido, claro, el futuro de UPN... y de Navarra Suma, si se confirma la mano negra del PP detrás que alega Adriana Lastra.