Carlos Fabra querría estar en su casa. Así se lo confesaba el expresidente de la diputación de Castellón a los periodistas pocos días antes de entrar en prisión. No está en casa pero la vida de Fabra entre rejas no puede ser más hogareña, empezando por su vestimenta.
En prisión el expolítico luce chándals y ropa cómoda, nada de looks ostentosos porque no recibe muchas visitas. Su hija Andrea Fabra es la única que le ha visitado en el penal de Aranjuez, donde Fabra mata el tiempo ganando y perdiendo al parchís.
Fabra está internado en un módulo de respeto para reclusos con salud delicada. todo un caramelo para cualquier preso. Celda individual, tranquilo y con vecinos de confianza y buenos modales. Él es el primero que guarda el máximo respeto a los funcionarios, teniendo como tiene en mente salir de la cárcel cuanto antes.
El expresidente de la diputación de Castellón entró en la cárcel acompañado de un voluminoso dossier médico, su historial de dolencias que podría facilitar una futura libertad.
ESTÁ EN UNA CELDA INDIVIDUAL RODEADO DE GENTE DE CONFIANZA