La trama tenía un cabecilla, el exsecretario general del PP en Madrid y dos "conseguidores", uno de ellos amigo de la infancia de Francisco Granados. Son los empresarios David Marjaliza y Alejandro de Pedro Llorca que obtenían contratos a cambio de comisiones ilegales.

Los ayuntamientos, por su parte, convocaban concursos públicos que ya nacían amañados. La adjudicación era sencilla: sólo se presentaban las empresas de Marjaliza y el plazo era tan reducido que no quedaba tiempo para que otra pudiera concurrir.

Aprovecharon incluso la crisis para sacar tajada. Colando los servicios de una empresa llamada 'Cofely', dedicada al ahorro energético. La coartada perfecta para seguir sangrando a los ayuntamientos en plena época de recortes. El dinero negro viajaba a cuentas de Suiza y de allí a otros países de América para lavarlo en forma de exportaciones.

Sólo Granados habría conseguido un millón y medio de euros cobrados en bolsas durante cacerías que compartía con empresarios y otros amigos políticos. Por la noche celebraban timbas de póker con billetes de 500 euros. También disponían, supuestamente, de prostitutas. Todo a cargo de los empresarios, que encontraban el negocio pagando un peaje.