Prescindir de la corbata. Es la petición que Pedro Sánchez ha lanzado durante su balance del curso político y que ha extendido a todos los miembros del Ejecutivo, responsables públicos y al sector privado. ¿El objetivo? Ahorrar energía.

Así lo ha indicado el presidente del Gobierno, que ha comparecido sin este complemento y ha defendido que al no llevarlo -"cuando no sea necesario", ha dicho- "también estaremos haciendo frente al ahorro energético que tan necesario es en nuestro país".

La idea, que ha generado no pocos comentarios en las últimas horas, así como críticas de la oposición -"Sin corbata, pero con Falcon", han reprochado desde el PP-, no es nueva. De hecho, ya causó un sonado rifirrafe entre Miguel Sebastián y José Bono en el Congreso durante el verano de 2011.

Fue cuando el entonces ministro de Industria acudió al pleno sin corbata, un gesto que Bono, en aquel momento presidente de la Cámara, le afeó. Sebastián, por su parte, relató cómo había surgido esta iniciativa en Japón, cuyo Gobierno "decidió elevar la temperatura del aire acondicionado para ahorrar". Un choque que recordaba así en laSexta Noche:

SebastianCorbata

Más de una década después, el economista sigue apostando por esta medida, que ha defendido en Twitter como buena para el PIB, el IPC y el medio ambiente. En esta línea se ha expresado también en Al Rojo Vivo, donde ha celebrado que "12 años después, por fin", un presidente del Gobierno se haya quitado la corbata y pedido que le imiten en un acto oficial.

"El ahorro de consumo de gas viene fundamentalmente por ahorro de consumo de electricidad", ha incidido Sebastián, que ha recalcado, en referencia a los aires acondicionados, que "cada grado de temperatura supone un 7% más de gasto en electricidad". Puedes ver su intervención aquí:

Miguel Sebastián celebra la petición de Sánchez sobre la corbata

Japón y la ONU

Lo cierto es que, ya en el año 2005, el Ministerio de Medio Ambiente nipón lanzaba la campaña 'Cool Biz', con la que animaba a subir el termostato en las oficinas hasta los 28 grados y a que los trabajadores usaran prendas frescas en sus lugares de trabajo durante la época estival. Ese mismo año, estimó que se había logrado una reducción de unas 460.000 toneladas de dióxido de carbonogracias a esta iniciativa.

Un par de años después, la emularía Naciones Unidas: en el verano de 2008, la ONU impulsó la campaña 'Cool UN' en su sede de Nueva York, donde subió los termostatos y optó por apagar por completo el aire acondicionado durante los fines de semana, mientras animaba a su personal a utilizar ropa más ligera. La organización estimó entonces que, gracias a esta decisión, había conseguido ahorrar el equivalente a 3.000 toneladas de CO2.