Cuando el despertador de Iñaki sonó el pasado jueves, listo para marcharse un día más, como siempre, al supermercado bilbaíno donde trabaja, no imaginaba que su vida iba a dar un vuelco en cuestión de horas. No, al menos, que iba a hacerlo de una manera tan clara y tan turbulenta.

Porque al filo de las seis de la tarde, la ajustadísima votación que se estaba produciendo a kilómetros de allí, en el Congreso de los Diputados, convalidó la reforma laboral. Y consiguió, a pesar de las reticencias de muchos grupos políticos a uno y otro lado del arco parlamentario, cambiarle la vida a Iñaki. Por ejemplo.

"Respiré. Me quita un gran peso de encima. Me da a mí y a otros tantos jóvenes optimismo a la hora de plantearnos la vida", saluda en su conversación con laSexta.com. Iñaki Ibisate, vasco de 34 años, es dependiente de un supermercado. Fue donde encontró trabajo tras licenciarse en la Universidad del País Vasco en Periodismo.

Iñaki es uno de tantos trabajadores a los que la reforma laboral, por mínima e insuficiente que le pareciera a algunos sectores, incluso lesiva para otros, le ha sacudido de arriba a abajo, y para bien. laSexta.com reúne a cuatro asalariados para observar si lo que sobre el papel parecían pequeños ajustes tienen impacto real sobre los españoles.

Ya se nota en la contratación

De momento, los sindicatos no saben aún cuántos serán los trabajadores asalariados afectados, porque cada una de las patas de la reforma se activa a su tiempo. Los cambios relativos a la contratación, por ejemplo, no entran en vigor hasta el 1 de abril, y los contratos de obra y servicio pueden seguir inscribiéndose hasta finales de marzo, pero este cambio de denominación parece ya ha tenido efecto.

Con los últimos datos del paro en la mano, parece que puede haber ayudado al impulso que ha recibido la contratación indefinida en el primer mes que ha estado en vigor la reforma. Según el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), en enero crecieron los contratos indefinidos un 92,18% sobre el mismo mes del año anterior.

Para hacer una comparación justa, prepandémica -dado que en enero de 2021 también entraba en juego Filomena y otra gran ola de COVID antes de la popularización de las vacunas-, respecto a enero de 2019, la contratación indefinida aumentó un 31,6%, mientras que la contratación temporal se redujo un 19%.

La prevalencia de los convenios colectivos frente a los empresarios y la ultraactividad, en cambio, están ya en funcionamiento desde el pasado 31 de diciembre, cuando se publicó el decreto aprobado por el Gobierno para cumplir con el plazo, sobre la bocina, con que el que se había comprometido en Bruselas.

La convalidación del Congreso confirma las medidas que ya están en funcionamiento, pero en el amplio decreto laboral pueden distinguirse tres grupos de acciones: las que ya están en vigor con el grueso de la ley desde final del pasado año, las que inician su vigencia el 31 de marzo y a las que se les ha dado cierto margen de transición, cada una a sus tiempos por su propia naturaleza.

"Podré ahorrar, nada más y nada menos"

Iñaki ya ve la vida de otro color. "Esta reforma laboral me va a permitir tener una proyección de ingresos con los que, nada más y nada menos, podré ahorrar, porque ahora mismo estoy viviendo al día. Ahora, a final de mes, me quedo en cero o en menos", suspira al otro lado del teléfono.

Su día a día pinta distinto: por dar sólo un par de pinceladas, su jornada anual se reduce a partir de ahora en 70 horas -lo que supone más de una semana menos de trabajo-, y pasará a cobrar entre 6.000 y 8.000 euros más al año. Hasta ahora, su emolumento era de 14.000 euros con un contrato fijo de 8 horas diarias. El cambio es casi fundacional.

Y todo esto sólo por la prevalencia del convenio sectorial sobre el de empresa.

"¿Qué haces con mil euros prorrateados en doce pagas?", apostilla, sardónicamente. "Con ese salario, con mucho que estires… Y yo no tengo hijos. No me llega para mí, como para que llegue a alguien más…"

"Ya no somos papel de usar y tirar"

Iñaki es tajante. "Esta reforma laboral lo que nos da a los jóvenes y a las mujeres es optimismo a la ahora de plantearte objetivos de vida. Sencillamente. El salario digno lo que te permite es planear una vida", ahonda, y por eso no le "entra en la cabeza cómo partidos de izquierda se oponían, si por primera vez en 40 años se garantiza y recupera y generan nuevos derechos a la clase trabajadora".

"Ya no somos papel de usar y tirar", zanja. "Te puede gustar más o menos, pero es un cambio radical".

Sonia Álvarez, madrileña de 52 años pero residente en Palma de Mallorca, trabaja en el sector de los touroperadores y las agencias de viaje y ratifica la tesis de Iñaki. "La temporalidad lo único que conlleva es impedimentos: desde pedir un crédito a cualquier cosa. Un contrato indefinido es muy, muy positivo. Todo lo que sea derechos... marca un antes y un después".

"Va a cambiar la vida de muchos compañeros", arguye. "La prevalencia del convenio estatal es importante de cara a la negociación colectiva. Por no hablar de la ultraactividad, que quita presión a los negociadores para que tengan las mismas herramientas que el empresario".

Sabe de lo que habla. En el turismo patrio, los contratos de obra y servicio son una modalidad de contrato muy utilizada. "La reforma reconoce un tema bastante conflictivo: la antigüedad de estas personas, desde su primera vinculación con la empresa, no desde que adquieren el carácter de fijo discontinuo".

"No sé qué más hay que decir si hay acuerdo entre patronal y sindicatos"

Su indignación es patente. "Cuando se han sentado los interlocutores válidos (agentes sociales) y han conseguido llegar a un acuerdo, se me escapa cualquier posición que pueda mantenerse en contra del acuerdo", resopla. "Realmente, los afectados por esta reforma laboral -empresas y trabajadores- se han puesto de acuerdo. Es el gran valor del acuerdo".

Martín Moreno tiene 34 años y trabaja en un sector radicalmente distinto en cuanto a convenio a los dos anteriores casos: la hostelería. "Para mí y mis compañeros es un cambio capital. Las empresas de hostelería organizada están regidas por convenio de empresa y todos están salarialmente por debajo. Y así, además, le quitas la presión al delegado sindical de la empresa en cuestión, porque ahora el poder es sectorial".

"La ley anterior tenía grises y, si el trabajador de por sí no demandaba, se quedaba en agua de borrajas", rememora Moreno, que trabaja en Madrid. "Es la primera reforma en la que se ganan derechos y no se pierden. Es un primer paso, no un recorrido finalizado. Cuando hay un acuerdo de ambas partes por la parte que nos toca a los trabajadores nunca va a ser suficiente, pero se ha llegado a él".

Su diferencia salarial, a priori, quizás no parezca tan espectacular, porque la negociación colectiva en el sector va por provincias, "y las diferencias son abismales". En Madrid, subirá entre 1.200 y 1.500 euros anuales. Ahí entra en juego el nivel de vida, y él es consciente que eso es algo que no se puede tener en cuenta en un convenio de empresa. "Mil euros en Murcia no son los mismos mil euros en Bilbao. Pero, independientemente, son mil euros más".

"Hay que seguir mejorando, pero la reforma era obligatoria"

"La reforma ha sido muy buena, tiene que haber más cosas y seguir en la mejora, pero ya no es que no fuese necesario, es que era obligatorio que en este país los contratos ya tuviesen una reforma", dispara al otro lado del teléfono Alberto Diezma, limpiador de la T1 del aeropuerto de Madrid-Barajas de 39 años, cuando laSexta.com le pregunta.

Él ya ha notado el cambio. "Estuve durante dos años haciendo suplencias, pero eran todos contratos temporales, de obra y servicio, cubriendo plazas por baja, refuerzos por momentos puntuales como Navidad o Semana Santa, y con la reforma laboral ha llegado la empresa y ha hecho muchos contratos indefinidos, como yo, que he empezado ahora el día 1 de enero".

En su caso, no hay una diferencia salarial, pero hay mejoras, por ejemplo, en días de asuntos propios, que gana 8 más.

"Laboralmente, es un alivio. Sé que tengo un trabajo para siempre", comenta Diezma. Porque la diferencia "no es en dinero, es en mejoras de derechos. Es, en tranquilidad". Y no hay sensación similar. Por mucho follón que se arme en el Congreso.