El cuerpo del religioso Miguel Pajars ha sido incinerado la tarde del martes en el tanatorio de Collado Villalba bajo fuertes medidas de seguridad.
"Una vez incinerado hemos quitado todos los posibles peligros", ha asegurado Mar Barroso, forense legal.
El traslado se ha realizado en un féretro perfectamente sellado con una cinta de zinc para evitar la propagación de la enfermedad.
"Es un aislante total para que no pueda producirse el escape de ningún tipo de bacteria", ha añadido la forense.
Siguiendo el protocolo elaborado, tampoco se le ha practicado la autopsia al sacerdote. El riesgo de contagio en estos casos es demasiado elevado. La planta sexta del hospital carlos III también está siendo desinfectada escrupulosamente.
"Protocolos sanitarios perfectamente establecidos que no van a acarrerar ninguna complicación", ha aseverado Lucía Figar, consejera de Educación de la Comunidad de Madrid.
Todos los objetos, las superficies y los equipos potencialmente contaminados están siendo lavados con lejía. La ropa de cama, el colchón y todos los tejidos que han estado en contacto con el misionero han pasado por la incineradora.
Un estricto protocolo que, según la Consejería de Sanidad, se ha aplicado de forma rigurosa.