Pocos presidentes querían vivir en La Moncloa al llegar al cargo: "No se puede hacer que el presidente del Gobierno de España tenga que vivir en el Palacio de Moncloa o es que le matan" decía Aznar. Pero todos lo acabaron aceptando e hicieron del palacio un lugar adaptado a su gusto.
Desde los primeros inquilinos, los Suárez Illana, pero cuando González llegó hizo del inhóspito edificio un verdadero palacio, en el que cultivó sus bonsáis y construyó la famosa bodeguilla: "Con el blanco impoluto le dio un aire zen" explicaba la periodista Nativel Preciado.
Con la llegada de Aznar, todo se volvió más clásico: "Tapices de la real fábrica de tapices, quito el blanco impoluto y lo lleno de cosas muy españolas" aseguraba Preciado. Porque para Ana Botella era un lugar inhabitable para una familia. Se fue al extremo más minimalista cuando la Moncloa recibió a la familia de Zapatero.
Unos jardines por los que han paseado las familias, por los que hacían deporte los presidentes y que han recibido a centenares de mandatarios internacionales. Donde los Clinton vieron bailar flamenco o donde Pedro Sánchez le enseño a Torra la fuente de Guiomar. Un lugar para vivir, pero también para trabajar que a partir de septiembre se abrirá para todos ¡Bienvenidos a La Moncloa!