Vítores, aplausos y una mirada que lo controlaba todo. Cada 18 de julio, con el NO-DO como testigo, Franco celebraba el inicio de la Guerra Civil. El Paseo de la Castellana de Madrid se llenaba de tanques, aviones y de excombatientes que lucharon en el conflicto.
"La fecha tiene una especial significación y, por tanto, a la conmemoración se le da siempre una particular fuerza", afirma Pere Ysas, miembro del Centro de Estudios sobre la Época Franquista.
Precisamente, para tener contento al pueblo, en 1947 Franco instauró lo que todos conocemos como "paga extra de verano". El régimen había instaurado la de Navidad unos años antes.
Era tan popular que crearon otra y la hicieron coincidir con el aniversario del 'alzamiento nacional'. Entonces, el salario se cobraba semanalmente. Lo que Franco hacía era pagar una semana de sueldo adicional cada 18 de julio.
El 18 de julio también se conocía como la 'Fiesta de la Exaltación del Trabajo'. Franco regalaba diplomas y premios a los trabajadores que más habían destacado en sus empresas, según el criterio del régimen.
Pero estos festejos no eran para todos los españoles. Los fichados por la Policía por motivos políticos, no podían salir a la calle ese día. "No era su fiesta, y por tanto, no tenían derecho a celebrarlo. Son los derrotados de la guerra", explica el historiador Oriol Turbe.
Para los vencedores, cada 18 de julio era algo muy especial. Se desplazaban hasta la Granja de San Ildefonso de Segovia, donde Franco, su mujer, altas personalidades y diplomáticos de otros países, celebraban un levantamiento que cambió la historia de nuestro país.