Mariano Rajoy quiere ser investido presidente antes de que acabe el mes de julio. Por eso, llamará a los líderes de las principales fuerzas políticas para explorar si tienen o no voluntad de acuerdo. "Hay que tomarse las cosas sin prisas, pero sin pausa. Esto debemos cerrarlo pronto", ha asegurado el presidente en funciones.
No ha querido adelantar las concesiones que estaría dispuesto a realizar para lograr el apoyo o la abstención de socialistas o Ciudadanos, pero ha admitido que tendrá que ceder. "Con 137 escaños uno no puede pretender llevar adelante el 100% de sus propuestas", ha afirmado el dirigente popular.
Es precisamente ese perfil, el más dialogante, al que se aferra ahora el PP. "Somos muy optimistas; pensamos que el PSOE y Ciudadanos han demostrado su capacidad de pacto", ha considerado el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado.
Entre lo más inmediato, sitúan un nuevo sistema de financiación autonómica, hablar de pensiones, de la cuestionada reforma laboral o del último blanco de los ataques de Ciudadanos. Los populares sí estan dispuestos a negociar su reforma, siempre que se sume el PSOE. Incluso están abiertos a abrir el melón de la reforma constitucional.
"Ahora se impone un lenguaje distinto y abierto al diálogo", ha aseverado el ministro de Sanidad en funciones, Alfonso Alonso. De nombres y puestos, recuerdan, se hablará al final, aunque situar a Ciudadanos en la presidencia del Congreso es una carta con la que podría jugar el PP.
Lo que no está sobre la mesa es la candidatura de Rajoy. Coalición Canaria, un posible aliado de los populares, no lo discute, pero piden a Rivera que se aclare. "Lo que hay que ver es si Ciudadanos plantea como requisito la permanencia o no de Rajoy", ha señalado la diputada electa de CC, Ana Oramas, en Al Rojo Vivo. Un escenario abierto a la espera de que el ganador de las elecciones descuelgue el teléfono.