Los tiempos están cambiando y las redes sociales o los nuevos formatos televisivos están marcando la campaña electoral. Pero, pese a todas estas novedades, hay un elemento que aguanta el paso del tiempo y sigue siendo una de las claves: los carteles.
Siempre han sido uno de los elementos más estudiados por los partidos, desde el diseño a su colocación. En unas elecciones tan disputadas como estas, su importancia se ha vuelto vital y todos los partidos quieren estar en la calle.
Se pueden observar en las paradas de autobús, en la carretera o colgados de las farolas pero, aunque muchas personas crean que su distribución es aleatoria, son los ayuntamientos quiénes deciden en qué lugares puede colocarse.
Tras esta decisión, las formaciones políticas eligen donde poner su cartel en orden según su representación.
Los carteles no deciden nuevos votos sino que refuerzan el mensaje y recuerdan a los ciudadanos que hay que votar.
Los partidos, por su parte, suelen optar por no arriesgarse y eligen las calles y barrios donde viven sus votantes habituales porque lo contrario sería tirar el dinero.
Ponerlos a pie de calle es una mala idea, ya que no suelen durar mucho sin sufrir algún imperfecto. La mejor opción es ponerlos en altura y con una fotografía que permita reconocer rápidamente al candidato.
Al ser un elemento visual, se evita poner mucho texto en los carteles porque solo prestamos un segundo y medio de atención a cada uno.
Con la llegada de las elecciones, las calles se inundan de carteles y eso provoca que puedan convivir diversos en el mismo lugar, provocando extrañas coaliciones de marquesinas, farolas y muros.