Una plazuela de Bilbao lleva el nombre de Yolanda González. En el barrio de su infancia, familiares y amigos la han recordado 40 años después de que la extrema derecha la asesinara en Madrid. Sucedió el 1 de febrero de 1980: Yolanda era una líder estudiantil y militante comunista en los últimos años de la Transición Española. "Era una joven comprometida, vasca y feminista", destaca su hermano Asier. Yolanda fue secuestrada en su piso de Madrid, ubicado en el barrio de Aluche. Esa mañana, ETA había asesinado a seis guardias civiles: Victorino Villamor, Antonio Marín, José Martínez, Carlos José Gómez, Alfredo Díez y José Gómez Mariñán.
La banda terrorista acabó con los agentes en una emboscada mientras los seis escoltaban un cargamento de material militar producido por la fábrica de armamento Esperanza y Compañía. La extrema derecha intentó relacionar los asesinatos de los guardias civiles con Yolanda González, a la que acusaban de ser etarra.
"El asesinato de Yolanda es la venganza por la muerte de los guardias civiles", relató a laSexta Columna en febrero de 2019 Carlos Fonseca, periodista y autor de 'No te olvides de mí', un libro que recupera la lucha de Yolanda González en el Tardofranquismo y la Transición, como la de otros tantos que perdieron la vida intentando consolidar las frágiles libertades de una España inexperta en democracia.
Yolanda resumía todo lo que ellos odiaban: estaban en contra de la democracia
El 3 de febrero de 1980, el diario 'ABC' publicaba una noticia relacionada con el asesinato de Yolanda González con el siguiente titular: 'La supuesta etarra muerta podría ser Yolanda González Martín'. "La realidad es que no tuvo nada que ver con ETA", sentencia Mariano Sánchez Soler, periodista y autor de 'La Transición sangrienta', obra que recoge los últimos coletazos violentos del franquismo frente a una España que ya se apoyaba en la libertad.
Yolanda fue interrogada, maltratada y conducida hasta Alcorcón. En este municipio madrileño fue asesinada, a la altura del kilómetro tres de la carretera de San Martín de Valdeiglesias. "Allí descerrajan dos tiros en su cabeza y la dejan abandonada", precisó Fonseca en laSexta Columna. Su asesino, Emilio Hellín, era militante de Fuerza Nueva, una agrupación de extrema derecha liderada por Blas Piñar también implicada en la matanza de Atocha de 1977 en la que fueron asesinados cinco abogados.
"Que fuese una mujer que daba guerra resumía para ellos gran parte de lo que odiaban: estaban en contra de la democracia, que era por lo que ella luchaba", señala Amaia González, hermana de Yolanda. Hellín fue condenado a 43 años de cárcel junto a cinco hombres más. Tras fugarse en dos ocasiones, volver a España y cumplir sólo 14 años de condena, creó una polémica empresa de rastreo de móviles llamada 'Net Computer Forensics', con la que asesoró a la Policía y a la Guardia Civil.
Como perito, fue una pieza clave en el juicio contra José Bretón, en prisión por el asesinato de sus hijos de seis y ocho años en octubre de 2011. Hellín trabajó para los gobiernos de PSOE y PP y estuvo salpicado por polémicos contratos que el Ministerio del Interior nunca quiso investigar. "Exigimos explicaciones y la actitud fue la de ponerse a la defensiva", denuncia Asier González. El de Yolanda fue un asesinato político, y a día de hoy plazas y calles llevan su nombre. Sin embargo, cuatro décadas después de su muerte algunos siguen maltratando su recuerdo.
Una Transición salpicada de violencia
La matanza de Atocha y el asesinato de Yolanda González no fueron los únicos episodios violentos que vivió España cuando intentaba dejar atrás la dictadura de Franco. En marzo de 1976, Francisco Aznar, Romualdo Barroso, Pedro María Martínez, Bienvenido Pereda y José Castillo, cinco jóvenes de entre 17 y 32 años,fueron asesinados en la conocida como 'matanza de Vitoria'.
Todos ellos se encontraban en el interior de la iglesia de San Francisco de Asís de Vitoria celebrando una asamblea para reorganizar uno de los movimientos sindicales que habían movilizado a todo el país aquel día de huelga general. La Policía Armada formó un cordón alrededor de la iglesia y lanzó botes de gas para llenar de humo la sala y expulsar de allí a los activistas reunidos.
A la salida en forma de estampida del templo, los agentes comenzaron a golpear con porras y pelotas de goma a los congregados. Al poco tiempo del inicio de la represión en aquella zona comenzaron a disparar balas de fuego, dejando más de un centenar de heridos y tres muertos en el acto: Romualdo, Pedro y Francisco. Poco después también fallecieron por las heridas José y Bienvenido.
'Normi' Menchaca, Francisco Javier Verdejo, Jesús María Zabala, Bartolomé García, Carlos González, Ángel Almazán, Juan Manuel Iglesias, Arturo Ruiz, María Luz Nájera, Pancho Egea, José Luis Aristizabal, Ángel Valentín, Isidoro Susperregui, Rafael Gómez, José Luis Cano, Carlos Gustavo Frecher, Miquel Grau, Manuel García Caparrós, Javier Fernández Quesada, Rodríguez Ledesma, Gustavo Adolfo Muñoz o Ursino Gallego fueron otros tantos manifestantes que murieron durante la represión policial dada en un momento en el que España intentaba librarse por todos los medios del yugo fascista que aún la asfixiaba.