El 17 de enero de 1966, un B-52 estadounidense con cuatro bombas termonucleares y un avión cisterna colisionaron en pleno vuelo, dejando caer a 8 kilómetros de la costa de Almería dos bombas que pudieron ser rescatadas intactas. Las otras dos se estrellan en tierra, en Palomares, liberando carga radioactiva.
El 8 de marzo, como acto de propaganda y aprovechando la inauguración del Parador de Mojácar, el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, y el embajador de EEUU, se bañan en la playa de Quitapellejos en Palomares.
En los 90, se detectan en Palomares niveles alarmantes de polvo radioactivo, y en 2003, el ejecutivo de Aznar expropia las tierras contaminadas y prohíbe construir en ellas. Un año más tarde, el Gobierno de Zapatero comienza a negociar con EEUU la retirada de 50.000 metros cúbicos de tierra contaminada, el equivalente a 20 piscinas olímpicas.
Ahora, cerca del 50 aniversario del accidente, el ministro Margallo cierra un pacto que, presumiblente, se anunciará durante la próxima visita de John Kerry a España y por el que la tierra radioactiva se trasladaría a 100 km de Las Vegas, a un silo en el desierto de Nevada.
Un acuerdo que ya celebran en Palomares, porque "es beneficioso para el pueblo. Lo tenian que haber limpiado antes", según declara un comerciante del pueblo.
La tierra se trasladaría en barco y ambos países sufragarían el gasto. La operacion se prolongaría durante dos años y con este acuerdo, el Gobierno renunciaría a presentar cualquier reclamación futura.