La palabra resuena, una y otra vez, en los telediarios, en las radios, en las tertulias. Desde que el terremoto de Murcia, con origen en la administración de vacunas a políticos, desembocó en el anuncio de la salida de Pablo Iglesias del Gobierno para concurrir en las elecciones madrileñas, el término ha acaparado casi cualquier declaración.
"Mi preocupación es el comunismo, el retroceso, que vayan contra el empresario y contra el autónomo. Me preocupa el caos, la revolución y que los poderes públicos lo instiguen, no Vox", ha comentado, una y otra vez, sin parar, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. De hecho, tanto es así, que ha virado su campaña y su lema, lo que antes era "socialismo o libertad", ahora es "comunismo o libertad".
Pero, ¿quiénes son los comunistas hoy en día, en la España de 2021? laSexta reúne a cinco personas para dibujar quiénes conforman esta supuesta amenaza que parece que quita el sueño a la líder popular en Madrid. Y sonríen: "Ayuso ha visto demasiadas películas: el comunismo es libertad".
"Se ha abusado de las etiquetas facha y comunista"
Ricard-Andreu Juan es trabajador de la SEAT en Barcelona, o, como él mismo se refiere entre risas, "working class, y, además, sindicalista". A sus 49 años, este residente de Badia del Vallès, en la provincia barcelonesa, comenzó a militar en el Partido Comunista de España (PCE) durante la adolescencia.
"El comunismo me viene de familia: mis abuelos, los cuatro, lucharon por la república, fueron exiliados todos, luego volvieron a la clandestinidad. De hecho, mi madre nació en la URSS y fue represaliada y presa del franquismo. Mi abuela también", explica Juan. Pronto tuvo claras sus ideales.
Puede que, precisamente por eso, el discurso mostrado por Ayuso le parezca irreal, casi paródico. "No tienen más que ofrecer que agitar banderas. Exageran la realidad hasta un punto caricaturesco, pero para generar odio. Quien ha aterrorizado, de odio y violencia, el primero ha sido el franquismo y después los terrorismos".
Es algo en lo que concuerda Ástor García, de 43 años. Este profesor de secundaria, natural de Oviedo aunque residente en León, comenzó en la militancia en sus años universitarios. Ahora es secretario general del PCTE, el Partido Comunista de los Trabajadores de España, una escisión del PCE creada hace unos años.
"No diría que haya un estigma sobre nosotros", sostiene, "pero sí que hay un efecto muy claro de la campaña anticomunista que se lleva desarrollando bastantes años". A pesar de ello, a sus ojos, el comunismo "está muy vivo. A pesar de que algunos nos quieran enterrar", arguye García.
Él es un fiel defensor de llamar a las cosas por su nombre, de "intentar no confundir a la población". "Ya, desde hace años, en España hay una tendencia a abusar de la etiqueta de fascista, de facha. Una persona con pensamientos conservadores y reaccionarios era tachado de eso. Y cualquier planteamiento de defensa de los derechos de los trabajadores era etiquetado como comunista, como un insulto. Y, claro, no es así".
¿El gobierno de Sánchez es socialcomunista?
Por ejemplo, llamar comunista al actual Gobierno de España. "Tenemos un gobierno central del PSOE y Unidas Podemos, que rápidamente se le acusa de gobierno socialcomunista, cuando se hacen políticas que en otros países hacen gobiernos de otros signos, socialdemócratas, a pesar de que haya dos ministros que se denominen a sí mismos como comunistas".
¿Por qué sucede esto? Lo disecciona el profesor de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) Luis Ramiro, en conversación con esta cadena. "El comunismo español sigue la misma tendencia que en toda Europa occidental. A finales de los 80, tras la crisis del comunismo, el fracaso de la Perestroika y demás reformas, los partidos comunistas se transforman en otra cosa: la izquierda a la izquierda de la socialdemocracia, de la que forma parte, en un porcentaje pequeño, el comunismo. Se genera una familia de izquierda radical de Europa occidental".
Hoy no hay electores comunistas en la mayor parte de los países occidentales. Tienes votantes que, a veces más, a veces menos, optan por la izquierda radical.
Ahí encuadra el experto politólogo a ese sujeto político sobre el que se sustenta el grupo confederal Unidas Podemos. "El comunismo de hoy es un actor pequeño, muy mínimo, de eso otro, que es más amplio, la izquierda radical", sostiene Ramiro. "Hoy no hay electores comunistas en la mayor parte de los países occidentales. Tienes votantes que, a veces más, a veces menos, optan por la izquierda radical. Y no son votantes comunistas".
Y la tendencia es similar en los países de nuestro entorno. Lejos de ser algo patológico, la izquierda radical ha estado presente en los gobiernos de Italia, Francia, España. Ha apoyado a los ejecutivos de Suecia o Finlandia. También está en el gobierno regional de muchos países europeos occidentales. E incluso en los gobiernos locales de grandes capitales como París y Berlín.
"Lo que Ayuso considera comunista es socialdemocracia"
Anabel Segado, madrileña de 48 años, guiña cuando se le cuestiona por el lema escogido por Isabel Díaz Ayuso para la campaña de las elecciones autonómicas. "Denota ignorancia de la historia y ningún pudor en pervertir valores tan importantes como el de la libertad. El manejo de las conjunciones no parece que se les dé muy bien, pero en todo caso, me quedo con el valor inclusivo de la o; el comunismo es, ante todo, libertad real, tangible; eso sí, para la inmensa mayoría del pueblo, quizá no para los poderes económicos amigos del PP", sostiene esta licenciada en Derecho y diplomada en Relaciones Laborales, que ejerce como abogada laboralista.
"Yo hubiera apostado por conjunción copulativa, pero en todo caso, ya conocemos bien en Madrid la "libertad" de la que hablan: libertad para corromper, libertad para cajas b, libertad para despedir aunque avergüencen los beneficios, para pagar sueldos de miseria, para echarnos de nuestras casas, libertad para esquilmar los servicios públicos y regalarles el negocio a las grandes corporaciones, libertad para las colas del hambre y un largo etcétera…. Eso no es libertad, es libertinaje", apuntala Segado, que milita desde los 16 años en el PCE, del que ahora es secretaria de Organización.
Es algo con lo que concuerda Ástor García. "No somos peligrosos, hombre", ríe cuando se le pregunta al respecto. "Pero sí somos peligrosos para el Madrid que ella representa. No sólo ella, también los gestores del capitalismo madrileño español. Porque nuestro modelo es contrario: atiende a los intereses de la mayoría social y no a los de la patronal. Cuando ella habla de que Madrid es un oasis de libertad, es un oasis de libertad para quienes explotan, y nosotros lo queremos para quienes son explotados", expone.
"La pelea fundamental de Ayuso no va contra los comunistas, sino contra lo que ella considera que son comunistas, que es la socialdemocracia", mantiene García.
Quizás puede sonar que los discursos, las palabras con las que se está articulando la conversación pública de estos días suene a antiguo, a un vocabulario propio de otras épocas. Y, en efecto, es así, según el profesor Ramiro. "Todo esto a lo que estamos asistiendo a la Comunidad de Madrid es agitar fantasmas que tienen su origen en los años 30, 40, 50. Un discurso anacrónico, propio de la guerra fría, que sólo utilizan los personajes políticos más extremos",
"Es entendible que a los partidos conservadores les parezca peligroso. Pero agitar la propaganda electoral de los años 50 es anacrónico", subraya el docente de la UNED. "No veo que París esté en llamas ni peligre la propiedad privada".
Qué es, exactamente, el comunismo
Entonces, ¿qué es realmente el comunismo? ¿Ha cambiado en algo en nuestro país? ¿Podemos hablar de un comunismo del siglo XXI? Gutmaro Gómez Bravo, profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid y director de un grupo de investigación de la Guerra Civil y el Franquismo, cree que sí, pero en un claro contexto de retroceso y debacle, de papel minoritario.
El comunismo es "una cultura política organizada en torno a un movimiento político, en torno a un partido, en sus orígenes". En España surge de una escisión del PSOE en los primeros instantes de los años 20, hace ahora un siglo, y está íntimamente ligado con la estrategia que se desplegaba en las Internacionales, los encuentros de asociaciones obreras por toda Europa.
"Ahí se dividieron entre lo que va a ser la colaboración con los gobiernos liberales -el PSOE- y aquellos que deciden que no -a partir de ahí surgirá el PCE, que tiene un espejo en la revolución rusa-", disecciona Gómez Bravo. "Y en España el PSOE y la CNT aglutinan el movimiento obrero, que hace que el PCE sea minoritario hasta la guerra civil".
El propio Partido Comunista se ha ido desintegrando en otros más pequeños a lo largo de los años, separados debido a rencillas internas, pero Unidos todavía bajo la palabra de Marx.
En España, el punto álgido del comunismo se da con la dictadura. Durante los últimos años, y especialmente con su infiltración en el Sindicato Vertical [la única organización de trabajadores permitida durante el franquismo y promovida por ellos mismos], se configura como un movimiento de masas y su trayectoria ascendente tiene un momento culminante tras el asesinato de los abogados de Atocha, donde el comunismo patrio se muestra como capaz de contribuir al orden.
Pero de ahí, todo fue descenso en popularidad. "En la transición, en las primeras elecciones, sufre una crisis, una caída. El PSOE que sí se ha rejuvenecido: ha contactado con la capacidad de prestigio que tenía en los años 30 y un lenguaje más socialdemócrata. Esa estrategia tiene más éxito electoral". En cambio, el PCE y sus derivadas aparecen "más vinculado al exilio y a la guerra", indica Gómez Bravo.
A partir de ahí, se va normalizando, con distintas proyecciones, distintas siglas (la más conocida es Izquierda Unida), y una transformación que ha sufrido toda la izquierda europea tras la caída del muro de Berlín.
"Ábreme la wifi tú que eres comunista"
A Guillermo Úcar se le intuye una sonrisa al otro lado del teléfono, que descuelga tras la llamada de laSexta. Zaragozano de 29 años, licenciado en Química y máster de profesorado, se afilió mientras cursaba 2º de bachillerato, "en pleno debate sobre el Plan Bolonia". Ahora es el líder de la Juventud Comunista (UJCE). "España está mal configurada: creo profundamente que el PSOE no es socialista, y eso ayuda a que la etiqueta de socialista no esté tan mal vista. No apuestan por el socialismo, sino por una nueva forma de gestionar el capitalismo, más amable", argumenta.
Ha interesado vincular el comunismo a los gulags, a cifras de cien millones de muertos que no sabemos de dónde salen, la posverdad de 40 años de dictadura
Es por eso que, a sus ojos, el comunismo goza de tan mala prensa estos días. "Está tan mal visto porque hay mucha desinformación: ha habido 40 años de dictadura en este país en el que se han dicho auténticas barbaridades. Que éramos bandoleros, gente de malvivir, se ponían trabas para incluso ejecutarlos. Eso deja un poso. Y la cuestión de fondo de la guerra fría: considerar al comunismo como todo lo malo. Y no era así".
"Ha interesado vincular el comunismo a los gulags, a cifras de cien millones de muertos que no sabemos de dónde salen, la posverdad de 40 años de dictadura", opina. "Y es algo que se ha visto recientemente, con la equiparación del Parlamento Europeo de nazismo y comunismo. ¡Pero si el fin de la II Guerra Mundial y la derrota de nazismo llegó entre otras cosas por el ejército rojo!".
Uno de sus mayores intereses, y una de las luchas pendientes, según sostiene, es "acabar con los clichés que se nos atribuyen tradicionalmente. A mí siempre me ha gustado tener un entorno no político: es sano. Yo no tengo ningún problema. A la gente por dentro le extraña más, pero nunca he tenido mala acogida".
Pero de otras cosas no se ha librado, pero como decía aquel, sarna con gusto, no pica. "Sí que ha habido el típico chiste de ‘Ábreme la wifi tú que eres comunista’. Esas bromas siempre están y son para bien. El humor lo tengo desarrollado: porque el chiste es gracioso, pero no es verdad. Y eso me da pie para hacer pedagogía y explicar qué es el comunismo hoy".
"Es normal que nos entiendan como un peligro"
Sí hay algo en claro es que las próximas elecciones autonómicas madrileñas, fechadas para el martes 4 de mayo, es que el debate está servido. Y se intuye cada vez más caliente, más polarizado: con las nuevas incorporaciones a las cabezas de lista, la arena política regional se va a convertir en un exponente más del tablero nacional.
Pero los comunistas están preparados. Lo afirma Cristina Vitores, catalana de 31 años y residente en Cantabria. Aunque es historiadora del arte, trabaja de teleoperadora. "Esto es una campaña agitativa más para movilizar a sus votantes a favor de una supuesta libertad… ¿Pero qué libertad? ¿De quién? ¿Para quién? Bueno, está claro que la libertad a las que ellos llaman es a la libertad del capital, la libertad para seguir explotándonos, la libertad de privatizar los servicios públicos, la libertad de seguir teniendo siervos".
"Nosotros no defendemos su libertad. No defendemos la libertad de aquellos que nos explotan, porque eso significa que la gran mayoría, los trabajadores, vamos a seguir sufriendo", continúa Vitores. "Nosotros, ante esa disyuntiva, decimos bien alto que comunismo es libertad. Que comunismo significa libertad para la mayoría, para que pueda decidir sobre su propia vida".
Y remata Guillermo Úcar: "Es normal que nos entiendan como un peligro, pero para la mayoría de la gente no. Para nada".