Son 76 los familiares españoles que hoy son trasladados a un punto lo más cercano posible al lugar del accidente. 14 salieron anoche en autobús desde Castelldefels y 62 lo hacían esta mañana en avión desde el Prat acompañados por médicos y psicólogos. "Una de las cosas que más cuesta es aceptar que ha habido este accidente, que se ha perdido a un ser querido. Una manera de acceptarlo es ir al lugar del accidente y hacerse una imagen mental para imaginarse cómo han sido los últimos momentos", explica Anna Romeu, psicóloga del dispositivo de atención a familiares.
Los psicólogos no fomentan la decisión de ir al lugar del accidente, pero lo aceptan. Lo que sí desaconsejan es ir por su cuenta sin asistencia de ningún tipo. "Hay que ser muy respetusoso con estas decisiones, los servicios se tienen que volcar para dar ayuda y respuesta a las decisiones de las perosnas, no podemos decidir nosotros por ellos", cuenta Jaime Gil, director de los servicios sanitarios de emergencia.
Porque muchos familiares están ahora en fase de negación, no tener los cuerpos impide iniciar el ritual del duelo. Aunque conocer ahora que el copiloto tenía la voluntad de destruir el avión puede hace que esta negación desemboque en rabia. "Que sea algo acahecido por la mano del hombre nos cuesta más integrarlo que que sea un accidente o una catástrofe natural", puntualiza Miriam González, responsable de emergencias del Colegio de Psicólogos de Madrid.
Algunas familias dormirán hoy en Marsella, pero la gran mayoría volverán esta misma noche a Barcelona después de haber recordado a sus familiares en el lugar del accidente.