Para su tercer discurso como rey de España, Felipe VI ha recuperado el escenario tradicional, el Palacio de la Zarzuela, para dirigirse a todos los españoles. Precisamente, lo hace en un lugar muy significativo, el despacho donde se reunió con los partidos políticos para intentar formar Gobierno.
Ha sido precisamente ese punto, el de la formación de Gobierno en España tras dos elecciones generales, el que ha cobrado especial importancia en su discurso. A este respecto se refiere el rey como una "compleja situación política que hemos superado", aludiendo, además, a la necesidad de "diálogo y entendimiento" entre las formaciones políticas para "impulsar los consensos básicos para el mejor funcionamiento de nuestra sociedad".
Sobre la cuestión catalana, el rey ha dicho que hay que respetar la ley y que los comportamientos independentistas sólo conllevan tensiones erróneas. También, que hay que construir en lugar de destruir.
"Vulnerar las normas que garantizan nuestra democracia y libertad sólo llevan a enfrentamientos estériles que no resuelven nada. Y luego, al empobrecimiento material y moral de la sociedad, porque el progreso, la modernización, el bienestar, requieren siempre de una convivencia democrática basada en el respeto a la ley", ha señalado el monarca.
En contraposición, y como ya hiciera en su pasado discurso, Felipe VI ha evitado hablar directamente de uno de los temas con mayor importancia en la actualidad española: la corrupción. El rey no ha querido hacer referencia directa al caso Nóos, siendo este su último discurso antes de que se conozca la sentencia de la condena a la trama.