El coronel Patrick Touron, coordinador de los equipos, ha asegurado a la prensa en la localidad de Seyne-les-Alpes que las muestras de ADN van a constituir un elemento de identificación "determinante", dado el nivel de degradación observado en los restos.
Las muestras biológicas recogidas sobre el terreno, como restos capilares o dentales, según detalló, son guardadas en congeladores mantenidos a 20 grados bajo cero, completamente selladas para poder ser analizadas con posterioridad.
La mayor dificultad de las labores de recogida radica en el entorno en el que se produjo el choque, unas cumbres con pendientes de entre 40 y 60 grados que requieren que los investigadores vayan acompañados de expertos en montaña y que tanto los expertos como el material sean trasladados en helicóptero.
El coronel sostuvo que ha ordenado que se notifique al momento el hallazgo de cualquier elemento que identifique a los miembros de la tripulación y añadió que, en cuanto se localicen restos del copiloto, sospechoso de haber estrellado el avión de forma voluntaria, el fiscal podrá proceder a las investigaciones que desee al respecto.
El representante de la Gendarmería de Alpes de Haute-Provence detalló que el impacto del choque ha obligado a utilizar técnicas muy específicas para acceder a los restos de las víctimas.
Los trabajos avanzan con eficacia, pero Touron no pudo determinar cuándo se darán por finalizados: "Si las condiciones meteorológicas son desfavorables tendremos mucha dificultad, y todo el mundo sabe que la montaña es algo imprevisible".
Debido a la dificultad extrema de las labores de recuperación, la Gendarmería no ha dado una fecha concreta de finalización de su trabajo. Asimismo, según han dicho los propios gendarmes, van a necesitar ayuda psicológica ante la incapacidad de encontrar los restos.