El Gobierno de Esperanza Aguirre se inventó una fundación que podía disponer de dinero público a discreción, y darlo a quien quisiera sin explicaciones.

La lista de beneficiarios es interminable y muchos de ellos pertenecían al círculo de amigos más cercanos al PP y al Gobierno de Aguirre.

Nada extraño teniendo en cuenta que según una exempleada que intentaba vigilar las cuentas, eran Granados y la propia presidenta quienes cortaban el bacalao. "Era un chiringuito para hacer favores, entiendo que serían favores políticos. Se podían hacer favores personales, es decir, que si uno tenía cierta proximidad con la presidenta de la Comunidad o con Granados, pues tenía acceso a hacer determinadas cosas", explica Elisa de la Nuez, extrabajadora de Arpegio.

Esas cosas podían ser de cualquier tipo y a cualquier precio, porque con dinero público se pagaron 140.000 euros por un concierto a Waiter Music, una de las empresas de la Púnica, o 260.000 euros para que un cura amigo que levantaba el teléfono, tuviera un órgano en su parroquia.

Toda esa lista de beneficiarios aparece en las cuentas de la Fundación Arpegio. Una documentación que Cristina Cifuentes ha puesto a disposición de la comisión que investiga el caso en la asamblea.

En poco más de cuatro años la fundación Arpegio repartió casi 10 millones de euros sin control.