A finales de 1936, las fuerzas franquistas detienen a varios republicanos en la localidad toledana de Los Cerralbos y asesinan a cinco de ellos a sangre fría en un paraje conocido como Los Parrales. Habría sucedido en noviembre, y su único delito, según recuerdan aún hoy sus descendientes, fue ir al monte a por leña. Se llamaban Pablo Arrogante, Teodoro Dionisio Fernández, Lucio Jiménez y los hermanos Baldomero y Eulogio Díaz Zapata. Ninguno habría cumplido aún los 30 años y dos de ellos tenían hijos.
Ahora, 85 años después, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) está buscando sus restos para que las familias puedan darles, al fin, una sepultura digna. De momento, los trabajos de búsqueda de la fosa común, iniciados este mismo viernes, han encontrado tres casquillos de bala en la finca: concretamente, son tres proyectiles de fusil Mauser de siete milímetros. Para la ARMH, el hallazgo confirma que están buscando en el lugar correcto, puesto que allí se produjeron disparos.
Además, supone la primera prueba que corrobora los testimonios de aquel brutal episodio de la represión franquista. Memoria viva como la de Vicente, vecino de Los Cerralbos de 91 años, que, según recoge el proyecto de exhumación de la Asociación, recuerda cómo todo comenzó por un simple cargamento de leña que algunos vecinos fueron a buscar al monte y que -como "todo en la época"- pertenecía a la familia rica del pueblo. Según recuerda Vicente, Lucio Jiménez, uno de los fusilados, ni siquiera tenía nada que ver con aquello, pero hubo revuelo en la plaza y también se lo llevaron.
La misma versión relató una de las hijas de Teodoro Dionisio Fernández, que tenía cuatro niños cuando su padre fue fusilado. Ella contó a su nieta que las víctimas habían ido a por retamas para calentar sus casas y que alguien les delató, diciendo a la familia dueña de las tierras que les estaban robando. Desapareció junto a varios hombres más y fue fusilado junto a otros cuatro a las afueras del pueblo. A un sexto le habrían dejado marchar "por pertenecer a buena familia".
Con la concentración parcelaria en los 60 consta que los obreros encontraron unos huesos que fueron tapados en el mismo lugar"
"La madrugada del día cinco de noviembre de 1936, los llevaron a las afueras del pueblo, por el camino de Lucillos, cerca del arroyo de Illán enfrente de los almendros de la tía Manuela. Con la concentración parcelaria en los años 60 consta que los obreros encontraron unos huesos que fueron tapados en el mismo lugar", se apuntó en este testimonio. Según los datos recabados hasta ahora, se sabe de Pablo Arrogante que era Miembro de la Casa del Pueblo y afiliado sindical; de Teodoro y Lucio, que eran jornaleros. De los hermanos Baldomero y Eulogio se desconocen su fecha y lugar de nacimiento, los nombres de sus padres, estado civil o profesión.
Las familias de los cinco desaparecidos nunca pudieron recuperar sus restos, que ahora busca una máquina retroexcavadora realizando catas en el terreno. Una operación dirigida por el arqueólogo al frente de la exhumación, Serxio Castro; operación que, tal y como ha indicado el colectivo memorialista, se está efectuando según el protocolo internacional definido para casos de violación de derechos humanos: prospección del terreno, excavación del mismo, descripción de los enterramientos y análisis de los restos óseos.
Este proyecto, según han querido recordar, no está sufragándose con subvenciones, sino que corre a cargo de los recursos de la Asociación, que una vez más se ha mostrado contraria a las políticas que no garanticen la búsqueda de todos los represaliados. Durante la primera jornada de trabajos, Patricia, bisnieta de Teodoro Dionisio Fernández, ha acudido a visitar al equipo de exhumación. Su abuela -ha señalado- lleva toda la vida esperando el momento de encontrar los restos de su padre para poder enterrarle dignamente. Un momento que hoy podría estar un poco más cerca.
La localización de la fosa
Para determinar la posible localización de la fosa donde habrían sido inhumadas las víctimas se han tenido en cuenta documentos de la época, fuentes orales y la investigación realizada por las propias familias. Además, el episodio aparece recogido brevemente en las memorias del hijo del que fuera maestro de Los Cerralbos, Ángel Fernández-Santos Jiménez, que por entonces era todavía un niño: "Setenta años después, aun yacen sus restos, al parecer ni reconocidos ni exhumados. Nadie del pueblo, ningún cacique ni rico, había sido no ya encarcelado y menos aún fusilado, ni siquiera molestado".
Para localizar los puntos de referencia señalados por familias y testigos, y habida cuenta de los cambios que la zona ha sufrido en estos años, se han empleado, además de fotos satelitales actuales, imágenes de la fototeca del Instituto Geográfico Nacional y fotografías de los 'vuelos americanos' realizados sobre este territorio tras la Segunda Guerra Mundial. Asimismo, se ha tenido muy en cuenta el contexto bélico que vivió toda aquella zona de Toledo durante los primeros meses de Guerra Civil.
A destacar, que en agosto el ejército franquista tomó la zona limítrofe entre Cáceres y Toledo con el objetivo de ocupar esta última provincia a través del Valle del Tajo. Que en septiembre cayó Talavera de la Reina y que poco después tuvo lugar una represión brutal en el municipio de Calera y Chozas -aquí, expone la ARMH, los "anhelos de exterminio por parte de los sublevados llegaron al extremo de soltar frases como 'matar campesinos hará que se restablezca el orden'"-. En torno al 17 de septiembre, las tropas marroquíes y africanistas que acompañaban a Franco llegaron a la línea de Los Cerralbos.