Altamente inflamable y muy tóxico. Así es el gas grisú, el mayor enemigo de los mineros que trabajan el carbón y causante de la mayoría de los accidentes. Compuesto en un noventa por ciento por metano y en menor medida por CO2, nitrogeno, hidrógeno, etano y propano.
El principal peligro del gas grisú es que, si la atmosfera del pozo minero tiene más de un 5% de este gas, las posibilidades de que haya deflagración son muy grandes. Históricamente estas explosiones han sido una de las principales causas de muerte para los mineros.
Sin embargo, no es el único peligro del grisú. Este gas no se huele ni se ve y si los mineros se topan con él, en cuestión de segundos pueden morir axfixiados. Por ello se usan detectores y mascarillas, pero en la tragedia de La Pola de Gordón no les dio tiempo a reaccionar. El gas grisú es el causante del peor accidente de la mineria española en 18 años.