Retroalimentándose en su odio, madre e hija mantuvieron la idea firme de matar a Isabel Carrasco durante años. Llama la atención de los expertos que ninguna convenciera a la otra de frenar sus planes criminales.

Ejecutaron una emboscada, en la pasarela sobre el río, con la víctima acorralada en apenas dos metros. Un componente extraño para los expertos es que las dos mujeres no planearan con la misma minuciosidad una de las partes más importante de un asesinato: el plan de fuga. Eso determinaría su grado de obsesión al no ser capaces de ver más allá, cegadas con matar a Isabel Carrasco.

El día y el lugar del crimen no son casuales. Carrasco era una mujer imprevisible, sin rutinas diarias, excepto su visita todos los lunes a la sede del PP.

Si el móvil de la venganza personal coge fuerza, el móvil económico se desinfla. En un primer momento se cuantificó la deuda de Triana en 60.000 euros, ahora sabemos que era de apenas 6.000 euros. Para alguien que ganaba 35.000 euros al año, tenía un mercedes y un ático, en opinión de los expertos, no parece una motivación capaz de desencadenar un asesinato a sangre fría.

Una fidelidad entre madre e hija rota en el último momento. Según publica ABC, Triana podría haber declarado esto en su confesión. "Cogí el bolso que me dio mamá, me dijo que me deshiciera de él. No sabía lo que había dentro". Unas palabras con las que pondría punto y final a su inquebrantable lealtad con la asesina confesa.