Una silla vacía ha presidido el primer pleno de la Diputación de León sin Isabel Carrasco. Un cónclave marcado por el silencio de sus compañeros, casi nadie quiere hablar después de lo ocurrido.
Quienes lo hacen aseguran que si la presidenta se sentía amenazada, no dejó nunca que nadie lo notara. "Yo no percibí una preocupación por parte de la presidenta, nunca la vi tampoco una mujer que se achantaba por nada", asegura María Eugenia Gancedo, diputada provincial del PSOE.
Pero algo sí tuvo que amedrentar a Carrasco. En los últimos meses nadie podía moverse a su aire por los pasillos, Carrasco blindó la puerta de su despacho. "La realidad es que apareció un nuevo guardia de seguridad a la entrada de su despacho hace un año". explica Lázaro García Bayón, diputado provincial de UPL.
Medida que despertó la curiosidad de la oposición, que se atrevió a preguntar en un pleno. Se sobreentendía que algo había pasado, pero Isabel Carrasco no fue permeable con sus colegas políticos.
La preocupación de Carrasco no le llevó en ningún momento a pedir protección especial a Interior. La presidenta no fue mucho más allá de las medidas preventivas habituales.
Lo que nadie sospechaba durante todos estos años es que una de las principales amenazas que acechaban a Carrasco entraba todos los días por la misma puerta.