A pesar del bajo precio de la patata, en 2008, Cubas tenía dos millones de euros, aunque no recordaba cómo los había conseguido. Ante sus respuestas Velasco le dijo: "Dos millones y pico, yo no los he visto nunca... Se acordaría uno". A continuación, Cubas le dijo que estaba atravesando una enfermedad, que le habían operado de colon. Velasco le respondió que "eso no afecta a la memoria".

Su excusa no convencía al juez Velasco, al que tampoco le cuadraba que otra testigo, Esther Gutiérrez, la secretaria de una de las empresas del exalcalde de Murcia imputado en la Púnica, no supiera que hacía su jefe. "Vamos a ver, no me empiece como si fuera la infanta". Cuando ella intenta no responder, él ataca: "Me estoy empezando a cabrear, creo que usted piensa que soy idiota". 

Duro también fue con el joyero de Marjaliza, le preguntó si el cerebro de la Púnica le podría haber usado para blanquear y él reaccionaba así, entre sollozos: "Para nada Señoría, para nada". El joyero explicó que la relación con el empresario era sólo comercial y que haría lo mismo con el juez. La breva ya le había caído, Marjaliza le compró numerosos relojes y plumas de hasta 700.000 euros.