Hay un instituto en Madrid que tiene conexión directa con el espacio. Viendo estrellas, midiendo órbitas, manejando simuladores, una treintena de chavales de 16 años del IES Las Musas está trabajando en un proyecto inédito en cualquier escuela de Europa: lanzar un nanosatélite al espacio.
La idea de estos alumnos de viajar hacia las estrellas está cada vez más cerca gracias a este proyecto, que se está realizando en colaboración con la embajada de Israel en España, y que consiste en la construcción y el lanzamiento de un nanosatélite al espacio para poder analizar la información obtenida y realizar estudios medioambientales a partir de imágenes de satélite.
Y, al frente de todo, dirigiendo la operación, las ingenieras aeroespaciales Ana Heller y Shimrit Maman. El nanosatélite alcanzará el espacio en un cohete de la Agencia Espacial Europea.
Un nanosatélite que vale un millón de euros
Los trabajos están avanzados, los cálculos prácticamente listos y las ilusiones por las nubes: sólo faltan algunos patronos, empresas privadas que patrocinen una aventura en la que ya están embarcadas una de las farmacéuticas más importantes de Israel -Space Pharma-, instituciones científicas españolas como el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, la embajada israelí en España o la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid.
En total, han de reunir un millón de euros. Eso es lo que cuesta este nanosatélite, de tecnología punta, que apenas mide unos 35 centímetros de alto.
“Los componentes reales que vamos a utilizar aún no están encargados; pero hemos recibido algunas muestras, como paneles solares”, sonríe al otro lado del teléfono el profesor responsable del proyecto en el IES Las Musas, el docente de Tecnología Víctor Barbero, en su charla con laSexta.com.
Una llamada con rumbo al espacio
El sueño espacial se gestó con una simple llamada. Fue cuando José Antonio Expósito, director del centro escolar, descolgó el teléfono y al otro lado estaba la embajada israelí en España. “Nos sorprendió. Cuando te llaman y te cuentan un proyecto de envergadura no das crédito”, relata él mismo a esta cadena.
La investigación y el cultivo del interés de sus alumnos por la ciencia, las ingenierías y las matemáticas no son algo ajeno al instituto madrileño. Precisamente ese legado, tal y como recoge el diario El País, fue lo que llamó la atención de la diplomacia de Israel.
“Hemos tenido siempre un interés enorme por fomentar entre nuestros alumnos la calidad educativa”, ahonda Expósito. Lo cierto es que el centro que lidera forma parte de la red STEMadrid, un plan autonómico que reúne a 67 colegios con los que se promueven programas e iniciativas que fomenten el interés del alumnado por las carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, especialmente dirigido a las chicas.
Tratar a los adolescentes como investigadores
Es el quinto año de bachillerato de este tipo, que les ha dado a los responsables educativos “las mayores alegrías”. La premisa es sencilla: tratar a los estudiantes como investigadores juniors del tema que ellos prefieran, ciencias, letras, lo que sea.
Tienen dos años para desarrollarlo, de la mano de un profesor del IES que esté versado en su materia, y, cuando el proyecto da sus primeros pasos, trabajan con un profesional externo. Finalmente, elaboran una investigación de unos 60 folios que defienden ante un tribunal y reciben una calificación que repercute en su expediente, en el ámbito de la asignatura que ocupe el proyecto.
En el IES ha habido trabajos de todo pelaje. Entre los presentados en el último año, hay de los que van sobre patologías encefálicas, estadística matemática en apuestas, el populismo de Viktor Orban, asociación de los distintos subtipos de cáncer de mama y la variación del número de copias o la expansión acelerada del universo con datos de supernovas.
“Esto es en lo que se fija la Embajada de Israel para proponernos una línea de investigación conjunta”, presume José Antonio Expósito.
30 alumnos madrileños voluntarios
Pero el verdadero germen del nanosatélite es una idea de la embajadora, Rodica Radian-Gordon, cuando acababa de acceder a su cargo, en 2019. Se puso en contacto con Ana Heller para pedirle ideas para un proyecto educativo que pudiera unir a ambos países.
Una vez se juntaron todas las piezas del puzzle, sólo faltaban los estudiantes. El plan del nanosatélite es a 3 años, así que los adolescentes seleccionados fueron los que durante el curso 2020/2021 estaban en 4 de la ESO [ahora, en primero de Bachillerato].
“La lanzamos a todas las familias, les convocamos a una reunión. Redactamos una carta para los padres, y acudieron muchos alumnos, y formamos un grupo de 30 alumnos, mitad niños, mitad niñas, que han elegido ellos voluntariamente participar, no están seleccionados por notas, sólo porque han querido”, comenta el director del IES Las Musas.
Ahora, tan sólo unos meses les separan de poder poner en órbita lo que comenzó como una idea alocada. Mientras han recibido un entrenamiento científico de primer nivel, con clases online de Ana Heller, sobre órbitas, cálculos espaciales, funcionamiento de un nanosatélite.
Tanto, que en los próximos días se va a instalar en la sede del centro educativo una estación de seguimiento, que tendrá doble utilidad: para el nanosatélite que lancen y para recibir señales de otros satélites, “para que los alumnos puedan seguir haciendo investigaciones”, comenta el profesor Expósito.
"La educación pública es de altísima calidad"
“El mensaje a la sociedad es muy claro: es un potencial enorme el que estamos descubriendo en los alumnos, y así podemos mostrar como país que la educación en España es de altísima calidad, que estos alumnos, estas alumnas, si les damos oportunidad, son capaces con 16 años de mandar un satélite al espacio. De qué no serán capaces cuando alcancen responsabilidades y formación universitaria”, se pregunta el responsable educativo.
A sus ojos, “a veces se gastan las instituciones públicas mucho dinero en campañas publicitarias en favor de la igualdad, y una inversión de este tipo, en nuestro proyecto del nanosatélite, es algo real, es un ejemplo y cuesta tanto o menos, e impacta más”, opina.
“Esto es un ejemplo de una apuesta decidida por la escuela pública, por la enseñanza secundaria en España. El mensaje se extiende más allá de la Comunidad de Madrid: es un proyecto único en el ámbito europeo”, saca pecho el director Expósito. “Es una oportunidad que tiene España, que nos pone encima de la mesa Israel, que tendríamos que aprovechar. Ellos ya lo han hecho en sus escuelas y ven los frutos”.
Un estímulo incomparable que despierta vocaciones científicas
Otros países de nuestro entorno ya le han puesto el ojo a los beneficios de instalar proyectos como este en los institutos. Por ejemplo, Alemania. El embajador del país teutón ha tenido ya varias reuniones con el IES. “Estaba muy interesado en llevárselo. Reconoce la gran oportunidad que es”, sostiene el profesor.
Y, al otro lado, los alumnos. “Para ellos es apasionante. De repente, la escuela de su barrio les abre la ventana al universo. Es algo muy emocionante, algo a lo que jamás se habrían arrimado guiados por una ingeniera aeroespacial de verdad”, arguye Expósito.
“Ahora, después de un año, no sé cuántos alumnos y alumnas nos han dicho que quieren hacer una carrera relacionada con el espacio. No hay parangón como estímulo y está despertando vocaciones”.
Así, es primordial “incentivar en la secundaria la ciencia y la investigación”. “Esperamos que esas vocaciones, esos intereses, ocurran cuando llegan a la universidad, pero eso es llegar tarde. Si queremos huir del modelo económico de país de sol y cemento, y apostar por la investigación ciencia y tecnología, tenemos que hacerlo en la enseñanza secundaria, para que esto cuaje. Para que hagamos cantera de científicos e investigadores”.