Con una evolución epidemiológica similar, las curvas actuales de contagios por coronavirus de Nueva York y Madrid se han separado “espectacularmente”. Es la situación que analiza el profesor de Harvard Miguel Hernán, que, a través de un hilo de Twitter, explica qué ha llevado a ambas ciudades a esta situación.
“En septiembre, la situación está bajo control en Nueva York y es alarmante en Madrid”, afirma Hernán. Para empezar, analiza las similitudes entre ambas ciudades, lugares con una amplia red de transporte público y con muchos visitantes, con un colapso en los hospitales que las llevó al confinamiento.
En junio, ambas ciudades consiguieron frenar el número de casos. Sin embargo, al llegar julio, los casos volvieron a dispararse en Madrid hasta tener “una de las mayores tasas de incidencia en Europa”. “Nueva York no ha vivido ningún incremento de los casos todavía”, añade.
Es más, en Nueva York ya no se reportan los casos de nuevas hospitalizaciones porque “es tan bajo que no tiene utilidad a estas alturas de la pandemia”. La diferencia es sangrante también en cuanto al número de rastreadores: mientras que en Nueva York hay un mínimo de 30 por cada 100.000 habitantes (unos 6.000 en total), en Madrid habrá 1.000 a finales de este mes, según Isabel Díaz Ayuso, con unos 600 actualmente contratados.
Los test también juegan un papel importante. Mientras la tasa de positividad en Madrid es de alrededor del 20%, en Nueva York no supera el 2%. “Esto significa que no se hacen suficientes test en Madrid”, asegura Hernán.
Las grandes diferencias en la reapertura económica
Pero donde más diferencias se encuentran es en la velocidad de la reapertura de la actividad económica, sobre todo a nivel hostelero. En la 'Gran Manzana' no se puede consumir en interiores, servicio que volverá a abrirse el 30 de septiembre... con un 25% de aforo máximo. No hay servicio de bar, existe un amplio despliegue de agentes de seguridad para vigilar el cumplimiento de los protocolos y se ha habilitado un número para que los ciudadanos reporten a aquellas personas que no cumplan las normas.
En Madrid, sin embargo, se volvió a permitir el comer en interiores en junio, con un aforo máximo del 60%, con el servicio de bar abierto también. “El contraste con Nueva York es sorprendente, cualquiera que pase tiempo en ambos lugares puede decirlo”, agrega.
“Nueva York abrió la economía sin saturar sus hospitales y confirmó sus credenciales como un lugar serio para hacer negocios. Sólo haciendo lo que los expertos llevan diciendo desde marzo”, asevera Hernán, que añade que ambas ciudades tienen un porcentaje similar de personas con anticuerpos contra el coronavirus.
“Desde luego, la mala suerte no puede obviarse de una epidemia. Una chispa en un momento determinado puede prender un fuego en un lugar, pero no en otro. Pero la mala suerte parece una mala explicación para las diferencias entre Madrid y Nueva York tras comparar sus test, su seguimiento de casos y su política de reapertura”, concluye.