El cementerio de El Pardo-Mingorrubio está a sólo 60 kilómetros del Valle de los Caídos, muy cerca de El Palacio de El Pardo, la que fuera residencia de Francisco Franco tras la guerra civil y hasta casi su fallecimiento en 1975.
Justo en la entrada, a mano izquierda, se encuentra el panteón familiar de los Franco, el más grande de allí. En ese lugar está enterrada su mujer, Carmen Polo, y Franco estará en un nicho enfrente, situados ambos en una cripta bajo la capilla principal.
Se trata de una construcción de piedra que coronan dos cruces, una campana y la virgen del Carmen. Tiene dos plantas bastante austeras y en la superior se encuentra una capilla con una docena de bancos y un altar de mármol con un Cristo de madera.
En la planta inferior hay una cripta de unos 30 metros cuadrados y otra capilla similar. Es en esa planta donde se encuentra la tumba de Carmen Polo, que lleva ahí desde el 88 y en cuya inscripción sólo aparece su nombre, una fecha, una mención a su título de Meirás y una a Franco.
El techo está cubierto por un mosaico azulado pero sin flechas, ni yugos, ni águilas, porque lo único que hay en el techo es el alfa y el omega que aparece en la Biblia. En esa cripta hay espacio para nueve cuerpos más. Se construyó en 1969 con un coste de 11,5 millones de pesetas
Es un cementerio público, del Ayuntamiento de Madrid, por eso la familia se ha mostrado en contra de la decisión de su traslado a este lugar. Habían propuesto la catedral de la Almudena, donde está enterrada la hija del dictador.
Sin embargo, la tumba donde reposarán sus restos es propiedad del Estado desde el pasado mes de abril. Hasta entonces, el propietario de la tumba era Patrimonio Nacional.
Otra singularidad de este cementerio es que alberga docenas de panteones con militares franquistas, exministros y fieles del régimen. En él están enterrados también Arias Navarro, Carrero Blanco y hasta el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo.
Su antiguo barrio lo espera con incertidumbre
Situado a 15 kilómetros de la Puerta del Sol, el barrio madrileño de El Pardo fue un lugar de caza para la realeza desde la Edad Media, aunque su historia está íntimamente ligada al dictador Francisco Franco, que residió allí tras la Guerra Civil y hasta casi su fallecimiento, en 1975.
"Tememos que se rompa la tranquilidad (tras el traslado de los restos mortales de Franco del Valle de los Caídos al cementerio de El Pardo-Mingorrubio)" de este sitio, admite una vecina de El Pardo que vive allí con su pareja desde hace tres años. "Vinimos aquí buscando tranquilidad y para estar en contacto con la naturaleza" en este entorno privilegiado.
De la misma opinión es Beatriz Santamaría, presidenta de una asociación cultural de la antigua colonia militar de Mingorrubio, la más cercana al cementerio: "Queremos vivir tranquilos como hasta ahora".
Más explícita se muestra María Isabel, una septuagenaria que acaba de salir del camposanto, donde yacen sus padres y su marido. "La historia de España debería quedarse como está. No soy partidaria de la política, pero hay que dejar a los muertos en paz", afirma.
Allí viven casi 3.500 personas, según datos del padrón, y tiene una superficie aproximada de 16.000 hectáreas, en su mayor parte protegidas al estar enclavado en pleno Monte de El Pardo, un bosque mediterráneo muy bien conservado en el que abundan jabalíes, corzos y gamos.
El grado de protección del casco urbano es muy alto, y no se edifica en él desde hace décadas salvo un pabellón militar construido recientemente. Por ello, el envejecimiento de la población ha sido importante. Casi una tercera parte tiene más de 65 años y los menores de 20 no llegan a 500.
Ha sido testigo excepcional de momentos históricos y ha acogido a personajes ilustres desde sus orígenes, que se remontan al siglo XIV. En el siglo XIX El Pardo se convirtió en pueblo y en 1951 la ciudad de Madrid se lo anexionó casi al mismo tiempo que Fuencarral.
Antes, durante la Guerra Civil, el Palacio de El Pardo fue cuartel general de una división del Ejército Republicano, y en el edificio del antiguo orfanato (hoy cuartel de la Guardia Real) se alojaron parte de la XII Brigada Internacional, que combatió en la zona de la Ciudad Universitaria.
Terminada la guerra, el palacio pasó a ser residencia oficial de Franco, quien lo ocupó hasta su fallecimiento. Durante estos años El Pardo registró la mayor transformación de su historia y se convirtió en un nuevo pueblo, obra del arquitecto Diego Méndez. El barrio, uno de los ocho que tiene el distrito de Fuencarral-El Pardo, el más grande de Madrid, está relativamente mal comunicado con la ciudad y apenas tiene comercios, aunque sí bastantes restaurantes.
La tranquilidad que reina en el barrio solo es alterada por las visitas de jefes de Estado y, con buen tiempo y en días festivos, por familias que acuden a sus restaurantes o que aprovechan para dar un paseo a orillas del río Manzanares, ver el museo del palacio o echar un vistazo al Convento de Capuchinos.