Entre los cinco diputados que votaron en contra de la reforma del artículo 135 había dos socialistas, pero ninguno era Pedro Sánchez. Es más, él fue uno de los tres economistas con los que Rubalcaba redactó la reforma, que puso el pago de la deuda como prioridad absoluta y con Europa marcando el techo de gasto.
Con este amparo constitucional, se impusieron severos límites al gasto público que evitaban, según los grandes partidos, el abismo: el rescate de España. El entonces diputado raso, Pedro Sánchez, lo celebraba públicamente. Hoy, como líder del PSOE, Sánchez considera que fue un error que ha costado caro a los españoles.
Y cuando urge recuperar el crédito de los votantes de izquierdas, rectifica, a medias: "No es derogación, es modificación". El cambio de criterio no lo entienden ni quienes pactaron la medida, ni quienes votaron en contra.