Pero los asesinos deMiguel Ángel Blanco estaban entrenados, tenían práctica en estas lides. Vivían insensibilizados y no preguntaban. Recibían la orden y ejecutaban. Ya lo habían demostrado antes con los asesinatos de Alfonso Morcillo, Gregorio Ordóñez, Fernando Mújica, José Luis Caso, José Ignacio Iruretagoyena o Manuel Zamarreño.
Pero los asesinos de Miguel Ángel Blanco estaban entrenados, tenían práctica en estas lides. Vivían insensibilizados y no preguntaban. Recibían la orden y ejecutaban. Ya lo habían demostrado antes con los asesinatos de Alfonso Morcillo, Gregorio Ordóñez, Fernando Mújica, José Luis Caso, José Ignacio Iruretagoyena o Manuel Zamarreño.
Detrás de todos esos nombres hubo tres verdugos. Fueron tres de los más sanguinarios de la banda terrorista ETA. José Luis Geresta, alias 'Oker', Irantzu Gallastegui, alias 'Amaia', y Francisco Javier García Gaztelo, alias 'Txapote', ya tenían las manos bien manchadas de sangre antes del secuestro y asesinato a sangre fría de Miguel Ángel Blanco. En su hoja de servicios, toda esa lista de nombres citada anteriormente.
El propio 'Txapote' es uno de los terroristas más sanguinarios y radicales de la banda. En palabras de Ramón Jáuregui, consejero de Justicia del Gobierno Vasco en 1997, 'Txapote' siempre fue uno de los etarras que "con mayor convicción ha mantenido el fanatismo y la locura" bajo los que operaba ETA. "Sigue manteniendo aún en prisión que matar tenía sentido", apunta Jáuregui.
Pero, ¿quién les ayudó a orquestar el plan trazado por 'Kantauri'? El trío de etarras contó con el apoyo logístico de Ibon Muñoa, por entonces concejal de Herri Batasuna en Eibar, que sirvió como cómplice del secuestro y asesinato de Miguel Ángel. Prestó coche y casa a los terroristas.
Con el aparato bien definido, las órdenes llegaban directamente de José Javier Arizkure, el citado 'Kantauri', que emitió el mandato definitivo de secuestrar y asesinar en concreto a un concejal del PP y establecer "un ultimátum de días para que los presos se queden en Euskadi". Él lo llamaba "levantar un concejal".
Casi 10 años después del asesinato de Miguel Ángel Blanco, sus asesinos llegaron a la Audiencia Nacional. La familia del exconcejal tuvo que aguantar las desafiantes miradas y provocadoras risas de los verdugos. "Se empezaron a reír", relata con impotencia Mari Mar Blanco, hermana del Miguel Ángel.