El 11 de septiembre no es solo un día de conmemoración. Efectivamente, se celebra la fiesta nacional de Cataluña —oficializada el 12 de junio de 1980—. Pero para encontrar el auténtico significado de la Diada hay que remontarse algo más atrás: hasta el 1714.

Esa fecha fue decisiva para la historia española y catalana. La Guerra de Sucesión estaba llegando a su fin: las tropas catalanas, que apoyaban el reinado de Carlos III, defendían Barcelona como su último bastión. En el otro lado estaba Felipe V, perteneciente a la dinastía Borbón y poseedor del ejército que estaba ganando la disputa. Un conflicto que terminó ese 11 de septiembre, con la caída de Barcelona.

Como mencionábamos antes, aunque surgiera como homenaje, su propósito ha virado con el paso del tiempo. En un principio, la intención de la Diada era recordar el coraje de los que lucharon por defender la ciudad condal. No obstante, no fue hasta 1886 cuando se celebró la primera misa en el Fossar de les Moreres —el lugar donde se enterró a la mayoría de los muertos en la contienda—.

Ahora bien, uno de los primeros indicios políticos de la fiesta llegó dos años después de la primera misa, con la instauración del monumento a Rafael Casanova, símbolo de la resistencia catalana. Aunque eso no quitó que durante más de medio siglo la Diada no fuera nada más que un homenaje.

La muerte de Franco: resurrección de la Diada

La celebración del 11 de septiembre estaba prohibida durante el franquismo. Incluso se retiró la estatua de Rafael Casanova, como explica la Generalitat de Cataluña. Esta estatua no salió del depósito municipal donde la habían guardado hasta cinco años después de la muerte del dictador. De hecho, este momento fue otro punto clave en la historia de la Diada: no solo se retomaron los homenajes, sino que la sociedad catalana entró en un debate sobre si la fiesta nacional debería celebrarse otro día más identitario de la región, como podría ser el día de San Jordi (23 de abril). Sin embargo, se mantuvo el 11 de septiembre y, poco a poco, la Diada fue asumiendo un rol más reivindicativo; concretamente, independentista.

El momento clave es la Diada celebrada en el año 2012. Mediante esta convocatoria multitudinaria, los agentes políticos logran dar el giro soberanista: miles de personas se concentraron en la calle y portaron una bandera estelada gigante que recorrió Barcelona. Nunca se había visto nada igual en Cataluña. De hecho, solo cuatro años después se vio por primera vez a un presidente de la Comunidad Autónoma encabezar dichas protestas. Era Carles Puigdemont.

Este año la Diada coincide con una situación insólita: el contexto de la pandemia de coronavirus. Las autoridades catalanas, así como las entidades encargadas de movilizar a la población, como la Asamblea Nacional Catalana (ANC) u Òmniun Cultural, han advertido de que estaremos ante una protesta “estática”, en la que las medidas de seguridad lidiarán con las reivindicaciones. No obstante, desde la ANC se mantienen firmes: "Cataluña no puede dejar de celebrar la Diada",escriben. Eso sí, alegan que lo harán “con responsabilidad y seguridad”.