Carmen Barrero Aguado
Era modista, y murió con tan sólo 20 años. Procedía de una humilde familia de nueve hermanos que vivía en el madrileño barrio de Cuatro Caminos. A los 12 años se puso a trabajar, y pronto empezó a militar en el Partido Comunista, para lo cual utilizaba un nombre falso. Antes de que estallara la guerra su madre quedó viuda, por lo que tuvo que trabajar más para ayudar en casa. Depués de la misma, se convirtió en la mujer responsable del PCE en la ciudad de Madrid.
Martina Barroso García
Era también modista, y murió a los 22 años. Su ciudad natal era un pequeño municipio de Ávila, pero desde que era niña vivió en Chamartín de la Rosa en Madrid. Desde muy joven militaba en las Juventudes Socialista Unificadas, y para ganrse la vida durante la Guerra Civil, se dedicó a coser ropa para los soldados en uno de los talleres de la Unión de Muchachas.
Blanca Brisac Vázquez
Nació en San Sebastián, pero pronto se mundo a Madrid. Era católica, de derechas, y trabajaba como pianista, aunque se convirtió en modista tras casarse con el comunista Enrique García Mazas 'Aguado', por lo que fue detenida. Murió con 29 años, siendo la mayor de las trece.
Luisa Rodríguez de la Fuente
Murió con sólo 18 años. Pese a que perteneció desde muy joven a las Juventudes Socialistas Unificadas, nunca ocupó ningún cargo destacado. Justo al finalizar la Guerra Civil, fue propuesta para dirigir un grupo político; sin embargo, su detención e ingreso en prisión, le impidieron organizarlo.
Elena Gil Olaya
Fue miembro de las Juventudes Socialistas Unificadas desde 1937, y murió con tan sólo 20 años. Después de la Guerra Civil comenzó a trabajar en el grupo de Chamartín.
Pilar Bueno Ibáñez
Tenía 27 años, y tras comenzar la guerra se afilió al Partido Comunista, y llegó a ser voluntaria en las casas cuna, que se encargaban de recoger a huérfanos y a hijos de milicianos que marchaban al frente. Fue la secretaria de organización del Radio Norte y, tras la guerra, reorganizó el PCE en ocho sectores en Madrid.
Julia Conesa Conesa
Natural de Oviedo, pero desde muy joven se mudó a Madrid con sus dos hermanas y su madre. Se encargó de la monitorización de las instalaciones deportivas de las Juventudes Socialistas Unificadas. Fue un compañero de su novio el que la traicionó, al denunciarla en 1939, por lo que fue detenida. Antes de morir, con 19 años, dijo unas palabras que han quedado para la posterioridad: "Que mi nombre no se borre de la Historia".
Adelina García Casillas
Militaba en las JSU, y era hija de un guardia civil. Accedió de manera voluntaria a someterse a un interrogatorio ordinario; sin embargo, nunca más volvió a casa.
Virtudes González García
Militaba también en las Juventudes Socialistas Unificadas. Era modista, y tenía 18 años cuando murió. Fue detenida en 1939 al ser denunciada por un compañero suyo bajo tortura.
Ana López Gallego
Nació en Jaén, militaba en las JSU y tenía 21 años cuando murió. Su novio, también comunista, le ofreció mudarse a Francia, pero Ana prefirió quedarse con su familia en Madrid. Se dice que no murió en el primer fusilamiento a lo que preguntó: "¿Es que a mí no me matan?".
Joaquina López Laffite
En las JSU ocupaba el cargo de secretaria femenina del Comité Provincial clandestino. El número dos de las Juventudes Socialistas fue quien la denunció, siendo detenida posteriormente. Tenía 23 años cuando murió.
Victoria Muñoz García
A los 15 años empezó a militar en las Juventudes Socialistas Unificadas en el grupo de Chamartín. Llegó a la cárcel de Ventas en 1939, y murió con 18 años.
Dionisia Manzanero Salas
Afiliada al Partido Comunista, murió con tan sólo 20 años. Era modista, y cuando acabó la Guerra Civil, se convirtió en el enlace entre los dirigentes comunistas en Madrid. Finalmente, fue detenida también en 1939.