Las tarjetas black eran una forma legal de "cumplir el salario" conocida y aceptada por todos, según Rato: "A mí me parecían legales, transparentes y conocidas".
Una práctica que no le despertó ningún debate moral, porque simplemente "era un sistema". El mismo sistema que siguió en Bankia porque así se firmó antes de la fusión. "El acuerdo con los sindicatos era que cada peculiaridad retributiva se mantenía", explica Rato.
Sobre las tarjetas que él aprobó en 2012 ha sorprendido al calificar el límite mensual como "desproporcionado", reconociendo que "12.000 euros es mucho".
Durante las dos horas de declaración ha protagonizado varios encontronazos con el fiscal, hasta el punto de que la magistrada ha tenido que intervenir.
Finalmente, acabó explicando por qué ha devuelto los 99.000 euros que gastó, ya que "no tenía ninguna intención de discutir por temas de dinero con Bankia". Rato se enfrenta a una petición de 4 años y medio de prisión acusado de administración desleal y apropiación indebida.