Con el ayuntamiento de Alicante calentito la alcaldesa Sonia Castedo ha cumplido cuatro años bajo la sospecha de la corrupción. Ya está imputada por partida doble. Desde hace solo unos días, al caso Brugal se le ha sumado el caso Rabasa. Ambos, por presuntos amaños consistoriales para beneficiar al empresario Enrique Ortiz. Castedo y Ortiz una relación al principio negada, y luego matizada. "Nos conocemos de hace muchos años pero no es una relación íntima" decía Castedo.
La alcaldesa negó una amistad íntima pero los pinchazos telefónicos, conocidos a fascículos, la colocaron en un brete. De los supuestos trapicheos, el más gordo, es el deseado pelotazo millonario para levantar viviendas y un IKEA en terrenos propiedad de Ortiz siempre que se cambiara el plan de ordenación urbana.
Sonia Castedo se aferra a su bastón de mando, a pesar de que piden su dimisión ella hace oídos sordos a cualquier acusación de la oposición: "Manolete si no sabes torear pa qué te metes". A ocho meses de las elecciones municipales ella sigue en su sillón. "Si no fuera inocente ¿por qué iba a estar aguantando lo que estoy aguantando?" indicaba Castedo. El 27 de noviembre Castedo se explicará ante el juez.