Disfrazado de médico "especialista en paranoias regionales" y acompañado entre otros por el "ministro" de Deportes de Tabarnia, el periodista Tomás Guasch, Boadella ha recurrido al humor irreverente para exigir a Puigdemont que se entregue a las autoridades españolas, que le atribuyen delitos de rebelión, sedición y malversación.
"Carlitos, en Madrid te está esperando el señor Pablo Llarena", ha voceado el cómico, megáfono en mano, en alusión al magistrado del Tribunal Supremo encargado de la instrucción del desafío institucional en Cataluña, frente a la villa en la que habitualmente reside Puigdemont, quien se encuentra en Finlandia invitado por un diputado nacionalista finés por Laponia.
Ante un pequeño dispositivo policial que no ha interrumpido la actuación en la vía pública de Boadella y de la docena de activistas que le han acompañado en la "cumbre al más bajo nivel", el dramaturgo ha reconocido que no cree posible hacer rectificar a Puigdemont, a quien ha calificado de "frescales" y "aprovechado" que "se ha buscado la vida".
En declaraciones a la prensa, Boadella, "presidente" de Tabarnia, se ha referido también a la posible investidura hoy de Jordi Turull (Junts per Cataluña) como presidente de la Generalitat, situación que ha dicho denunciará por "competencia desleal" hacia el gremio de payasos, como el propio Boadella se autodefine.
Por su parte, y en su papel de responsable de Deportes de esa región ficticia, Tomás Guasch ha avanzado que la plataforma contempla organizar la Vuelta Ciclista de Tabarnia, y que esta pasaría por Waterloo.
La actuación, que se ha desarrollado sin incidentes, ha contado también con un pequeño autobús naranja que ha ejercido de "embajada móvil" de Tabarnia, movimiento que reivindica la independencia ficticia de Cataluña de las zonas urbanas del litoral de Tarragona y Barcelona donde el voto independentista es menor que en el resto de esa comunidad autónoma.
El acto ha terminado con los activistas posando frente a la villa de Puigdemont en Waterloo, una acomodada zona residencial a 20 kilómetros de Bruselas, y desplegando una pancarta en la que podía leerse: "No a una Cataluña sin España".