Palabras y propuestas de cambio resuenan en el arzobispado valenciano. Diezmo para pobres, compartir bienes, colaborar con empresas o crear fondos de becas y ayudas.

Esas frases se quedan en mero aliento. Un tenue discurso que se aleja de la fuerza de la pastoral con la que Cañizares sorprendía a sus feligreses esta semana. En la homilía de este domingo ni rastro de esas propuestas.

En su carta de los últimos días presentaba un objetivo: vender el patrimonio de la iglesia para ayudar a los más pobres. “La situación social y económica por la que atraviesa Valencia es grave y dolorosa. Es necesario llevar a la conciencia de todos nuestro ser “samaritanos” en medio de las nuevas pobrezas”, decía.

Actos de un buen samaritano que quiere extender entre sus compañeros. A quienes propone que donen a los pobres un 10% de sus ingresos personales. En la calle ven con buen pie la iniciativa del arzobispo: "Todo lo que sea compartir es bueno", afirman algunos.

Con estas plegarias, Cañizares, se quiere sumar a la ola del cambio del Vaticano. “Francisco quiere una iglesia de pobre para los pobres”. Cuatro meses han sido suficientes para que este Cardenal Arzobispo, revolucione los cimientos episcopales. Aunque con el discurso de la misa del domingo no haya demostrado movimiento alguno.