Ángel se unió al duelo. El día después de la masacre no abrió su panadería que además lucía un crespón negro en memoria de las víctimas. "Solidaridad con las víctimas del 11M, él pensaba que no había sido ETA", contaba Aitziber Berrueta.
Pero eso fue paradójicamente lo que acabó con su vida. "A él lo mataron, lo asesinaron", afirma Aitor Berrueta, hijo de Ángel Berrueta.
Un vecino policía nacional y su hijo le mataron a balazos y cuchilladas por negarse a colocar un cartel de condena a ETA cuando ya había pruebas para pensar en el yihadismo. "Estata durmiendo, me llamaron por teléfono y me dijeron que a mi padre le habían pegado dos tiros", explica Aitor Berrueta.
Hoy Aitor recuerda a su padre en el mismo lugar donde fue asesinado, dice, por culpa de la división política que azuzaba aquellos días el gobierno de Aznar. "Personalmente responsabilizo totalmente al gobierno del señor Aznar, al señor Acebes que salió a primera línea convencido del tema, y la pena es que convenció a la oposición y a la ciudadanía".
Y la pesadilla no acabó el día que murió su padre. A las pocas semanas comenzaron las llamadas con amenazas de muerte, pedradas, ruedas pinchadas y pintadas siniestras. A ellos nunca nadie les ha pedido perdón.