Los calificativos "estafados, engañados y consternados" son los más repetidos estos días en Cataluña. La plana mayor de la política catalana rechaza frontalmente la confesión del expresident de la Generalitat Jordi Pujol. El recién estrenado número dos de Convergencia Democrática de Catalunya, Josep Rull, espolea la confesión de Pujol como trampolín para una nueva etapa sin malas prácticas: "Cataluña está por encima de toda persona, por relevante que haya sido".

La líder de los populares catalanes, Alicia Sánchez Camacho, le ponía tintes históricos a un engaño de 30 años: "Durante 34 años los catalanes hemos sido víctimas de una mentira". Incluso el PSOE, inmerso en su Congreso Extraordinario en Madrid, ha querido dejar clara su postura. Carme Chacón cree que estos trapos sucios no se limpian en casa, las explicaciones públicas: "No vale con que crean que esto se arregla en casa, todos los catalanes nos sentimos estafados".

Una de las reacciones más esperadas era la de ERC, y por ansiada, ha sido de las más suaves. No quieren que nada influya en el proceso independentista, así que Pujol, sabrá lo que tiene que hacer: "Somos partidarios de las máximas explicaciones" dice Alfred Bosch, portavoz de ERC en el Congreso.

Aun así, la reacción más sorprendente, ha sido la de Artur Mas. El viernes, aquel que fuera Consejero de Hacienda con Pujol como presidente, desvinculaba el comunicado de CiU defendiendo que era una decisión personal, pero en 48 horas el sucesor de Pujol rectificaba el disparo a medias, reconocía que se han hecho cosas mal, pero evitando nombrar a su predecesor en el partido.

Manos Limpias presentará en la Audiencia Nacional una denuncia por malversación, cohecho y tráfico de influencias contra Pujol y toda su familia.