Munir Murabeti ha pasado de preso modelo a presunto yihadista. En una fotografía se le puede ver haciendo un curso de hostelería hace tres años en la prisión de Martutene.

La Policía le detenía junto a su compañero de celda. Los dos disfrutaban del tercer grado y aprovechaban sus salidas al exterior para, supuestamente, radicalizar a otros jóvenes.

Días atrás, la Policía detenía a otro preso en la cárcel de Segovia, acusado de intentar captar a otros reclusos para unirlos a ISIS.

Bajo la lupa del Ministerio del Interior hay en la actualidad 180 presos. Se vigila cada paso que dan en prisión para evitar su radicalización. Por eso, el control dentro de las cárceles es exhaustivo. Cualquier cambio en su actitud pone en alerta a Instituciones Penitenciarias. José Manuel Couso, portavoz de prisiones del C-SIF lo explica: "Estos presos pasan a ser internos de especial seguimiento".

El adoctrinamiento en prisión es un fenómeno habitual aunque no es nuevo. Hoy en día, las redes sociales se han convertido en el nuevo foco de radicalización.

Internet es el caldo de cultivo perfecto para su captación pero la radicalización en prisión de los autores, por ejemplo, del atentado contra Charlie Hebdo, demuestra que no siempre se consigue evitar el adoctrinamiento en la cárcel.